About the work
https://valentina-lujan.es/D/delaeternidadydelo.pdf
Términos que utilizamos con ligereza sin saber qué significan fuera de los límites de nuestro entender y de nuestra percepción. Porque los humanos no podemos, desde nuestra finitud, alcanzar el sentido ni la dimensión de nada que quede más allá de los límites a los que por nuestra propia condición tenemos acceso.
De hecho, cualquier concepto, o idea, o sentimiento, a los que llamamos eternos terminan demostrándonos que en realidad no lo eran; no eran la réplica, la imagen que tenemos en nuestra mente de lo eterno.
¿Habrá que entender entonces que no existen realidades eternas?, ¿o tendremos que admitir que sí, o que tal vez, pero que son realidades creadas no a nuestra medida y no para nosotros?
¿No será tal vez que las eternidades de las que nos asimos no son realidades?
Todo lo que habita en nuestro cuerpo, y en nuestro intelecto, tiene forzosamente un principio y un fin; y todo lo que el cuerpo y el intelecto pueden abarcar tiene ineludiblemente que tenerlos también.
Pero llamamos “eternas”, tan desahogados y sin pararnos en barras, a contingencias que se dan en unas circunstancias concretas (y quizás irrepetibles, sí, pero) que, y para eso son circunstancias, dejarán de tener entidad tan pronto la sustancia en que se asientan cambie de estado o de lugar o de tiempo o de modo.
¿Por qué nos cuesta tanto admitir algo que sabemos?
¿Por qué nos obstinamos en fantasear eterno ese pequeño, limitado, mensurable y siempre terminable sentimiento al que llamamos amor?
Y no pretendo decir que es que no existe; pero sí que no lo conocemos, porque no nos cabe.
No nos cabe cabe2 la sensatez o la razón.
20 de octubre de 2012
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Code: | 2403137319201 |
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Date: | Mar 13 2024 11:35 UTC |
Author: | Afrodita/Alicia |
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.