About the work
https://valentina-lujan.es/D/delbrazodelas.pdf
Déjame sola le dijo la soledá a la querencia por arrimarse cansina a recuerdos que traían remembranzas de pesares y resabios de contritos paticortos resquemores y lengüilargos sonsones repitiendo a cada paso que de mí quería llevarme más que yo me resistía “no te lleves el disgusto, déjalo que aquí se goce de plañir sereno y libre de risas que si te aguardan mal augurio a él le darían”.
Y la querencia callaba, y ya ni querer quería ni llevarse ni dejarse ni disgusto ni cansinas mil traídas y llevadas retahílas repetidas por las voces que se daban, arrimándose o sin rima, en partida y retirada la mitad que se medían viejas lágrimas vertidas y en llegando, sin dar ruido que diera lugar a oírlas, las palabras que dijeran bocas que ya no darían a pregonero algún cuarto ni lamentos a cuartillas.
Y soledad y querencia que por mí se debatían se tiraron de los pelos y al degüello en sus porfías por ganarme y por perderme sin importar qué quería perder o ganar el alma que en el mi interior latía viendo cómo se enzarzaban en enredos que darían al traste con los afanes que a las ambas dos movían impartiéndose mandobles que a la larga doblaría el brazo de las palabras que a mi mano llevarían a trazar tan solo cantos de alabanza en mis cuartillas.
13 de enero de 2015
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.