About the work
https://valentina-lujan.es/S/sinapismo.pdf
Sinapismos, claroscuros, cenefas de condominios insuflando en los berridos de los que ruedan contritos por destierros y desmontes y desmandes y estratíficos lubricantes de sentidos áridos y ya cercanos, cercados de sal y un ruido que ensordece los pies quietos amarrados al berilo de rojo encendido soplo de verdor y de estreñido amaranto sin pompones, ni colmillos, ni ruibarbos que aderecen de su llanto ni de sus aciagas lepras tantos barriles de lágrimas derramados en la arteria central de lados tan romos, tan torcidos, tan estrechos que apenas si cabe un hito en que anclar la mar de yertas contumacias de arrogantes hululancias al descuido de veladas insolencias asoladas de pretiles de pozos en cuyos fondos, sumergidos en el limo, reposan los cantos mixtos de terror y de perfidia que acotaron en sus rimas y en su punzar y en los brincos de los alados disturbios que aquejaron los pingüinos y las trombas y los filtros de quién sabe cuánta vacua desternillada inmundicia; colorean, en sus dos vueltas de llave cerrando ojos, a cal y a canto los sones perdidos en el encuentro desmedrado de rumores alertando que ya llegan tiempos que traerán horrores.
1 de octubre de 2011
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.