About the work
https://valentina-lujan.es/P/punadosdearena.pdf
Puñados de arena deslizándose entre los dedos regando a sorbos cortos los días finos y dorados de espacios abiertos al tiempo de los cintillos desatados del yugo de sus trémulas y casi escuálidas sonrisas que derritieron en su candor las pálidas confluencias de peldaños desgastados por el uso indebido de quienes transitaron por el mundo de los almanaques deshojados buscando en él los surcos que dejase la huella de un futuro que llegó acalorado, sudoroso y diciendo que en un cruce de olvidos tomó, sin darse largas, el camino equivocado de un idioma sin puntos y sin márgenes que agitaran pancartas en manos de sirvientes uniformados propugnando las bondades de notas inaudibles galopando tras sus símbolos, representativos o enigmáticos, perdidos en los fondos oscuros de abismos a los que las carcajadas de los muertos los despeñaron; serpentean hasta el lugar del que nunca debieron ausentarse, buscando, poco menos que a ciegas, el que fuera su cauce.
26 de mayo de 2011
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.