About the work
https://valentina-lujan.es/T/torrentesdecatarsis.pdf
Torrentes de catarsis inflamadas zumbando en los oídos de los claroscuros que se extienden por debajo de las puertas cerradas con cerrojos de silencio negando que en alguna parte se perdió la lúdica voluntad de escapar de las garras del monstruo que desde el interior de sus entrañas busca alimentarse de la debilidad, el aburrimiento o el olvido de algún tiempo borrando las estelas de los mares anegados en sombra de misterios que delatan, en su mudez, en su arrebolada obstinación profana, la exculpación de venenos que derraman tanta crueldad, tanta inclemente denostación de las tempranas experiencias oscuras en que el alma derrocha, sin pasión, las pálidas rarezas del acaso sumido en el estertor de otro mañana en que ya no, ya nunca ni en venganza, se escucharán las voces de los que, extraviados del error y del fracaso, se entregarán al nuevo despertar que aguarda intacto; y sonarán, entonces y en lo alto, los gorjeos desafinados del infausto, informe desplegar de mil erráticos bandazos a derivas de unos cuantos pasos que se perdieron ambulando del cielo al sol, del acaso al entonces y, desde allí, verán nacer, muriendo entre sus goznes, un ya no más buscarse en los rincones donde no hay, ni queda, ni se guarda, temor de Dios ni de su faz sin rostro.
23 de octubre de 2010
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.