About the work
https://valentina-lujan.es/E/enlosbordesdeuneclipse.pdf
En los bordes de un eclipse se miraron bebiéndose como si doliera el infinito o las muelas del juicio final rechinasen amenazando con romper los tímpanos de los pórticos de todas las catedrales o con masticar, rumiar, reconcomer, considerar una vez más y hasta lograr deglutirla por completo la posibilidad descabellada o peregrina de seguir esperando, allí, a la sombra o en cueros, un día tan todavía lejano y poco prometedor de certezas o, por el contrario, apresurarse y juzgar tal vez a la ligera, liviana presurosa y en exceso fugaz o dilatada, opresora inconsistente oscuridad vacía, y condenarla sin contemplaciones ni estupro ni tardanza antes de que la distancia se agrandase y no fuera ya posible el echarle, como si dijéramos o en lenguaje coloquial ya que estábamos en familia y no hacía falta ninguna demorarse en filigranas ni derrochar o perderse de por vida en eufemismos, el guante con el que, sin incurrir en pecado de lascivia, acariciar el centro mismo de aquel lugar sagrado que latía, ignorado y ajeno, lejos de toda verbosidad y de la inicua fatalidad atroz fútil azar de la impudicia que arrasa, y nubla, y ciega las salidas de los conductos del entendimiento que palpita, allí, donde los haces de luz inundan con sus rayos la primicia que brindará del alma a su morada la ambrosía.
10 de febrero de 2013
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.