About the work
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se acabó desoyendo el clamor de tantas voces pronunciándose a favor de que sí, de que fuese Diorante el guapo porque, puestos a cuadrar cuentas y que ni faltaran actores ni sobraran personajes, se llegó a la conclusión de que sería más conveniente que fuese el encantador de serpientes del número de magia del espectáculo que, a caballo entre una multitud de protestas airadas de unos tatos cuantos y los aplausos y vítores entusiastas de otros cuantos tantos, montado sobre la mesa de la cocina estaba pergeñando, con sus pequeñas manos y sus grandes dotes para destrozar los nervios y acabar él solito con la paciencia de tantas institutrices y niñeras como habían desfilado a lo largo de los años mozos del abuelo por la pasarela de moda que cada primavera organizaba Genoveva en el jardín, el más emprendedor de los primitos al amparo, y bajo una estrecha vigilancia que a él solía quedarle muy holgada de la tata, de la recomendación de los psicólogos que habían encarecido las bondades de dejar que su creatividad volase sin cortarle las alas, por un lado, y por otro, el estupor de los que, no menos competentes pero de escuela más tradicional, habían expresado su parecer de que, cuando se pusiera tan imposible, lo que más resultado daría sería darle un par de azotes en el culo; y asunto terminado.
Terminado y concluido dentro del horario previsto y rematado a plena satisfacción — y luz del día, uno de tantos de esos días desapacibles y lluviosos de invierno — de las madres, por un lado, que aquí con un tiempo tan malo y sin salir no sabemos cómo entretener a los niños y, por otro lado que no se sabía todavía muy bien si colocar entre la mesa y el perchero o detrás del sofá para que no estorbase, la muy ensayada pero malamente lograda impaciencia del primo mediano que, mordisqueando parsimonioso un bocadillo de chorizo, y mi sol, que lo tengo terminado desde por la mañana, ¿cuándo sale?
– No sé yo si éste — Basilia, rezongando por lo bajo —, con esa pachorra, va a ser un buen primo o nos van a terminar tirando tomates.
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.