About the work
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Y lo coloqué, sí, como ella me dijo, en el número 8, y, lo recuerdo perfectamente, bajé a continuación ilusionado al trasterillo para, decepcionado y de mal humor, volver a subir para telefonearle informándola de que la llave no servía.
Y la llamé, sí, y dejé sonar el teléfono un buen rato pero nadie contestó. Nadie contestó y me quedé allí, sentado y mirando aquella llave absurda, es decir, esta llave, esta llave y preguntándome a mí mismo cómo pude estar tan torpe para no darme cuenta nada más verla de que más que de un cuarto trastero parecía de un mueble antiguo cuando, sobresaltándome, sonó el teléfono.
Era ella.
Ella muy contenta, riéndose tan festiva y desenfadada como siempre y diciendo que qué torpe había estado.
– Sí, muy torpe — respondí con sequedad.
– Si, ya, mucho, muchísim…— una nueva carcajada no la dejó terminar la palabra.
Y, tras el chasquido del mechero y un suspiro y un cambio en el tono de voz, que pero claro, tenía que bajar.
– Y bajé — yo, con no menos sequedad antes —, pero la lla…
– me llamó, sí; imaginé que sería usted; pero estaba tan absorta recordando, pensando que quién iba a pensar que… ¡Después de tanto tiempo!
– Eso mismo pensé yo, que quién iba a pensar que usted no iba, después de tanto tiempo, a darse cuenta de que…
– Pues, sí, no me la di, ¿qué quiere que le diga?, ¿qué soy tonta?
– No aspiro yo a tanto, pero sí…
– Pues se lo digo. Soy tonta. Tonta por no habérmela dado en un primer vistazo, sí. Pero en cuanto me la di me puse tan contenta que le telefonee para dec…
– ¿Me telefoneó?
– Sí. Pensando que lo alegraría el saberlo; pero, claro, usted estaría ya en el trasterillo.
– Ya ¿Y de qué sirvió?
– Pues de mucho ¿Se imagina cuantísimo me alegró, emocionó encontrarla?
– ¿De verdad la ha encontrado?
– De verdad. Se lo juro.
– Pues, en tal caso — sin abandonar yo mi sequedad ni el tono cortante —, tenga la amabilidad, por favor, de enviármela y, a ser posible de inmediat… Ah, un momentito, que están llamando a la puerta.
Y fui a abrir, y allí estaba otra vez el jovencito de los auriculares explicando, un poco apurado, que era nuevo en la empresa de mensajería y pidiendo disculpas porque se había confundido de llave.
Y así quise contárselo, a ella, nada más irse el chico; y pedirle perdón por haber estado tan antipático. Pero no me dio tiempo a abrir la boca porque ella se adelantó, con su risa de siempre y diciendo pobrecillo, era nuevo, y usted tan enfadado e imaginando, seguro, que era un zángano.
Y que pero que bueno, ya está todo arreglado.
Y que atendiendo a sus deseos ahí se la he mandado, la página con el recorte del baulito de la 10 del número 1 de esa guarrería de intento de índice que lleva usted.
– Pero ya se lo he advertido, acuérdese — añadió —, que hay que bajar hasta abajo, con el cursor hasta abajo del todo, y ahí la verá.
Y, ah dijo también, no se olvide de poner también estas también en su índice.
Y quise hacerlo sí, en el número 9 para llevar un orden; pero estaba ocupado y me bajé — o subí — a este 45 que por pura casualidad encontré libre.
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.