About the work
https://valentina-lujan.es/alicia/quesalgoque.pdf
que es algo que, dice mi amigo — le explicaba a Lola mientras ella planchaba una mañana en que, recuerdo, no había ido al ministerio yo porque había huelga de funcionarios —, se le puede quedar a cualquiera en el momento más insospechado y, en tales casos, dice, lo más importante es no dejarse ganar por el desánimo y alentar a la imaginación a tirar para adelante aunque para ello tenga uno mismo que renunciar a ser razonable porque, por lo visto, la imaginación se pone perezosa a veces y, si la dejas, ahí que se queda hecha un ovillo, amodorrada, o tumbada panza arriba y dando rienda suelta a un libre albedrío que cree suyo pero es tan sólo un espejismo del esclavo de la razón en el que habita y que , lejos de liberarla, lo que va a hacer (porque el libre albedrío hijo de la razón es, a imagen de su madre, al parecer muy autoritario) es ponerle más aún la soga al cuello y arrastrarla por caminos trillados por los que, ella — que por propia iniciativa andaría siempre buscando novedades aunque ello le costara alguna que otra rodilla desollada por andurriales a veces un tanto intransitables — no acierta a encontrar el espacio abierto en el que desplegar sus alas y remontarse y, no viéndose libre de buscarlo con aquella soga al cuello que la somete y la humilla, se revuelve, y se encabrita, y como una fiera enloquecida rompe a tirones y bramidos la soga, y arremete contra el libre albedrío y contra la razón que la domeñan, y sale corriendo y dando saltos por entre los riscos de un albedrío indómito y salvaje y desmadrado que, como ni la conoce ni tiene al no conocer sus virtudes ni encantos el menor interés en doblegarla, no trata de atraparla ni le hace ningún caso; y pasa ella junto a él sin prestarle la menor atención y sólo atenta a descubrir, no importa dónde, el lugar o el momento o la idea en los que manifestarse sin trabas. Y que es entonces, dice, al darse de manos a boca la imaginación con una mente en blanco en que alojarse, cuando debe tener sumo cuidado en no precipitarse, no dejarse llevar por la ansiedad de proclamarla su albergue y su morada y, antes de habitarla y de erigirse en su dueña y señora, ha de cerciorarse de que no se está metiendo en una mente enferma, o malvada, que terminaría contaminándola y reduciéndola a la condición de imaginación ruin y mezquina y calenturienta y malsana.
Y que para esos casos tan extremos, concluye mi amigo — concluyo yo al tiempo que Lola termina de poner en la percha la última camisa — conviene tener una pequeña reserva de aunque nada más sean bocetos, pequeños apuntes, anotaciones inconexas que, llegado el momento y sintiéndose halagados de que volvamos los ojos hacia ellos, nos mostrarán su gratitud desplegando ante ellos (nuestros ojos) todas las posibilidades que no supimos en una primera toma de contacto saber verles.
Versaciones
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.