About the work
https://valentina-lujan.es/E/exceparval.pdf
excepto, por no desperdiciar también la tarde cruzada de manos como una tonta y ante el hecho consumado de que por más intentos que hice ― antes de renunciar a simplemente tirarlos a la basura y ya está ― tecleando y volviendo a teclear el resultado fue siempre Internet Explorer no puede mostrar la página, tratar, simplemente, de olvidar.
Y olvidé. Un poco como que a regañadientes al principio, pelando una manzana, y con algo más de entusiasmo cuando ― una vez me hube tomado el café y puesto los guantes y vuelto a quitármelos porque estaba convencida de que si había algo de lo que yo estuviera segura en aquel momento en este mundo era de que no tenía ganas ningunas de fregar ― me senté en el suelo firmemente decidida a hacer algo de provecho y, allí, apoyada recuerdo contra la pared, me puse a fumar.
Nadie caiga en la tentación, sin embargo, de imaginar que las cosas fueron tan deprisa o que mi predisposición cambió de rumbo de manera espontánea y natural
Que termina así, sin ni punto ni nada, y es la primera. Y luego viene esto seguido de la segunda y que es igual que esta; igual que esta antes de que yo llegase, quiero decir.
Etiqueta: Papeles
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.