About the work
https://valentina-lujan.es/U/undiaenblanco.pdf
Algunos días, sin que se pueda concretar el porqué y sin que se tenga consciencia de que algo esté siendo sustancialmente distinto de cómo fue el día anterior parece que no sé qué suerte de canales están como “atascados”, y que las ideas se niegan a fluir, y que las palabras se agazapan no se sabe dónde y que por más que uno se esfuerce no va a sacar nada en claro ni en limpio.
Suelo creerme que es una maldición que sólo aqueja al que escribe, y a lo mejor también al que pinta o al que compone pero que no le ocurre lo mismo, por ejemplo, a un cantante. El cantante tiene su voz, con su calidad correspondiente, y si en algún momento puede no dar con el tono o con el timbre adecuado lo único que tiene que hacer es insistir, y seguir insistiendo a base nada más de voluntad; para cantar no hace falta inspiración ― pienso ―, y que la inspiración la necesitó el que escribió la partitura, pero el que tiene que cantar sólo tiene que leerla y repetir lo que está viendo.
El que adquiere aunque nada más sea para consigo mismo el compromiso de cantar cada día, cantará, si lo quiere, aunque tenga consciencia de estar cantando mal; pero el que adquiere ese mismo compromiso para escribir se puede encontrar con que, al cabo de horas frente al teclado, no ha escrito una sola palabra.
Se intenta, entonces, como a la desesperada y antes de abandonar resignado, recurrir a algún juego que resultará aburrido, ya lo sé, consistente en ― es lo que he hecho hoy ― tomar una palabra, al azar, que en mi caso ha sido “escaramujo”.
A partir de ahí y tomando las últimas letras de cada palabra — no importa cuántas, pueden ser todas si al añadir va a resultar una palabra nueva, la única regla es respetar el orden — se siguen enlazando palabras procurando que la serie no se interrumpa, no se cierre, y sea lo más larga posible.
Me ha llevado un buen rato porque a veces tarda en acudir a la cabeza esa palabra que ha de enlazar, pero al final he conseguido una especie de lista con 210 palabras que es esta:
Escaramujo jocoso sombrero roedor dorado dormitar tartana narrativa vacante tenebroso soberbio bioquímica caminante telemática casualidad dadivoso soberano notarial alambre brebaje jeringuilla llamativo voladura radiador dolicocéfalo locomotora orador ordenanza zapato tomate textura uralita italiano anodino nonagésimo motor torpedo domador orquestar tarascada daltónico iconoclasta taladradora adorar orar rareza zapatiesta estandarte tendedero erosionar narcotizar zarcillo llorona nacido idóneo neoclásico icono onomástica calendario ornamento torrentera entera ralladura urbanismo monosílabo bobalicón cónclave clave clavel velador adormecer mecer cercenar cenar narrar arribar barranco costilla llaneza zaherir herir ir ira rabia abanico colegial algarada daguerrotipo tipo tipográfico gráfico colesterol rollo llovizna nazareno novicia noviciado adorable bledo doloroso oloroso oso sobrino nocivo vocear arsenal altivo voluntario ario oratorio olifante antena enamorado morado adoquinar narrar arrasar sarmiento toledano anonadar argumentar tartaleta letal talego ego egocentrismo monótono tono onomástica calamidad dado adosar sarraceno enorme menester terciar arboleda daltónico tónico colegir girar arriate tetera erradicar cardinal alicaído dolo dolor olor ordinal alquilar lar largueza zarandaja ajar jardinero erosionar narcotráfico tráfico coadyuvante tenderete eternizarse semental tal taladro droga gamberro erróneo neoliberalismo morboso sobreseer errante antediluviano anofeles lesbianismo monosílabo botica boticario ionizar zarpar particular largo goma matriz trizas zascandil zascandilear arborícola coladero derogar garbanzo zozobra brazo zoquete tenencia ciática cancionero erotizante antenista talar alarido idoneidad dador orquesta estadística carámbano nonagésimo monacal calcinar narigudo.
Las palabras habrían podido ser otras, sí; pero el forzarse a respetar esas letras de la anterior y el mismo orden para iniciar la siguiente facilita el que se ocurran palabras que, de otra manera, no acudirían y se quedaría uno encasquilladlo en las palabras que le son más familiares, más cercanas, más vinculadas a la rutina y a los gestos y costumbres propios. Esa es la única ventaja del truco.
Luego todo el experimento consiste en ir cogiendo esas palabras, eligiéndolas, ahora sí, e ir formando oraciones que tengan una estructura gramatical razonable y sin preocuparse de que el sentido de las frases sea absurdo o estrafalario.
El resultado ha sido este:
Jocosos escaramujos menesterosos tocados con sombrero narcotizan, voceando brazos cargados de zozobra, al nonagésimo arrasar...
Oquios
Comments
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.