About the work
https://valentina-lujan.es/T/trebede.pdf
Trébede comezón ligereza, diligencia barbanzón garabato, pernoctar alguacil fusiforme o, si a usted pudiera causarle más aplauso, arbitraríamos una solución, salina, o de continuidad si viene al caso, para, en tal estado de cosas, o de derecho camino sinusoidal del primer coseno — de pi, por ejemplo, por ir concretando — que le venga a usted, o a algún pariente, buenamente a la mano derecha según se entra o se sale del cuarto a espadas de la plancha pasaríamos a, sin denuedo y compostura ni más fin principalmente que el no tergiversar los hechos, interiorizar las cacerolas que, una vez bien fregadas sin olvidar frotarles con perdón el culo, tomarían posesión del uso y disfrute a que las hace acreedoras el elogio, tan sincero y expresado con tanto detalle y no menos cariño como el que ellos, allá, entre las espes…
– Pero, y perdone por la integración, a mí me parece que nos estamos desviando del tema central, porque…
¿Porque? ¿Ha dicho usted porque? ¿Así, sin más ni más y de costado?
– Talmente y, mal que me duela en el alma no le diré a usted mía pero sí de mi vecina del tercero que me la prestó en atención a su visita y somos casi podría decirse como hermanas, sin atisbo de pudor porque, y usted debiera de saberlo si prestara un poquito de aten…
Es plausible, y voy a reconocérselo sin el menor empacho a pesar del ardor no propiamente patrio pero sí de estómago por causa de las judías con oreja y la docena y casi media de pasteles; pero, ¿no estaríamos — me temo y aunque se me pueda tildar, que no sería la primera vez ni la decimonona, de cobarde — yéndonos irremisiblemente por las ramas de aquel abedul de allí enfrente?
– Y que hombre por Dios — que tuve así al pronto no sé qué sensación de que lo decía sin pensárselo mucho ni venir poco al paso, corto, semejante más a un trotecillo que a algo más sostenido e intrincado — y por la virgen y por…
Los santos, sí, todos, en sus peanas; ya lo sé.
– Y que a ver si es que lo que pasaba esque no me había yo documentado, antes de emprender viaje para proceder desde tan antiguo a la entrevista, en (o de) que su memoria es proverbial y sin resquicio de arquitrabe o angostura.
Arguyendo que si, al objeto meramente regulador de sintonizar sin desvaríos — y que esto no era, puntualizó, una pregunta ni por asomos a la ventana cerrada a cal y a canto en do mayor capciosa —, no sería más acertado seguir dando vueltas a la ruedecilla del dial para dar con la frecuencia deseada y nunca impuesta o, por no entrar en detalles incómodos de esos que aprietan y terminan por hacer rozaduras, continuar rumiando con la misma parsimonia de siempre.
– Y, ¿usted?
Yo, ¿qué?
– Que qué hubiera hecho usted, en mi caso, quiero decir.
Imagino que, si la información de que dispongo no es errónea, volver a lo mío, quiero decir a “lo suyo” y, lejos de consideraciones despaciosas que suelen terminar tirando como todo el mundo sabe cuando no la cabra al monte, levantar la cabeza y elevar mis afanes a lo más alto de la capacidad discursiva de que Dios, nuestro señor, en su infinita magnanimidad, nos ha dotado.
Quimeras
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.