About the work
https://valentina-lujan.es/N/nosesicon.pdf
No sé si con ello voy palante o patrás, pero desde hace un tiempo – «tiempito», mejor, porque es demasiado corto para mi gusto (y bien que lo lamento, la cortedad, quiero decir) – vengo eligiendo no discutir, no enfrentarme ni pelearme con los demás.
Tal vez por puro egoísmo – que no sé si debiera preocuparme por ello, y me lo consultaré – reservo todas mis fuerzas y lo que entiendo «mi mejor saber hacer» (y que lo mismo es el peor, pero vaya usted a saber) – sólo me enfrento, discuto y me peleo conmigo misma.
Unas veces gano, y me pongo muy contenta; pero, como es muy natural, en otras no pocas ocasiones pierdo y, entonces, después de la rabieta – que a quién le gusta perder, puestos a ser sinceros – también me pongo contenta porque me digo, o entiendo, que, pues, oye, eso debe de ser que ha ganado el mejor.
Y me vuelvo a preocupar y a preguntarme si no será que me estoy haciendo trampa, porque viene a resultar que gano siempre.
Pero, sea como sea, ¡joder, qué suerte tengo!
15 de diciembre de 2020
Sin etiquetar
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.