About the work
https://valentina-lujan.es/C/croquetas.pdf
No he comido en mi vida croquetas como las de mi vecina Aurora. Yo le rogaba a mi madre “mamá, croquetas como las de Aurora”. Y mi madre se ponía, pero…
Todos conocemos a alguien que es el mejor en algo, y cuando necesitamos o queremos algo que queremos o necesitamos que sea lo mejor dentro de su Algo daríamos algo por tener a mano a ese alguien que es el mejor, sin importar poco ni mucho sus carencias en otras habilidades o saberes ni, incluso y aunque sea, echar cuenta de su ideología ni de su religión ni del color de su piel.
A veces pienso cosas disparatadas como que quien quiera hacer las mejores croquetas busque a su correspondiente Aurora y se presente “vengo a ser tu aprendiz”.
Si no existiera una educación oficial, estatal, reglada – otro disparate, sí –, y no viviendo en la selva como Tarzán ni en una isla desierta como Robinson sino en un entorno, como los que solemos, en los que hay tanto de todo entre lo que elegir y no menos de entre lo que rechazar, ¿no encontraría cada cual aquello en lo que ser el mejor?
No haría falta que nadie lo instruyera en que para su “algo” necesitaría en mayor o menor medida una infinidad de otros “algos” que se avendría a aprender en la medida justa y necesaria (sin tener que ir de sobrao; pero si le sobra y no le pesa, pues tan contento) porque, él solito, se daría cuenta de que para lograr su objetivo le es imprescindible saber leer qué otros antes han escrito al respecto, y saber calcular – medidas, distancias, decibelios, proporciones (x cucharadas de harina e y de azúcar por z huevos) –, y a qué reglas conviene recurrir para saber calcular, y saber escribir para dejar constancia y que el que venga después y quiera saber de lo mismo se encuentre ese paso ya hecho; y a saber razonar, y a saber discurrir, y a saber descartar qué no le sirve, y por qué le sirve o no le sirve y qué pretende, y para qué lo pretende…
Y se acabaría encontrando, así, como el que empieza a tirar al tuntún de un padrastro, sin premeditación ni haberlo buscado (o sin saber si lo buscaba), haciéndose quién sabe qué planteamientos del para qué de sus afanes, y del para qué de su propia existencia, y de los paraqués de los afanes de otros y de las existencias ajenas, y del Mundo, y del Universo y del Cosmos… o al revés, que nunca sé Cuál es el que va dentro del Otro.
¿No es algo inherente o consustancial al ser humano?
Y todos viviríamos felices, contentos de ser el mejor en algo que alguien querrá o necesitará para algo. Contentos de saber que siempre que queramos o necesitemos lo mejor de algo sabremos dónde o cómo encontrarlo o – si no sabemos ni el dónde ni el cómo, que pudiera ser – cómo o dónde aprender a buscarlo.
O cómo o dónde aprender qué se sabe y qué no. Pero ahí me paro.
Que qué estrés me traigo, de verdad y, cuando es mucho, me gusta a mí decir que me parecen cuatro.
15 de junio de 2017
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.