About the work
https://valentina-lujan.es/alicia/unatacit.pdf
que es lo que por tradición ha sido costumbre ancestral que acudan a pedir las vecinas de al lado cuando se ha intuido o tenido sospecha de que se estaba celebrando algo, o se tenía visita o había subido por primera vez a casa el novio de la niña pero que, en este caso concreto, habría resultado bien posiblemente como recurso estilístico y muy mal como argucia porque un servidor, en su humildad, puede sí echar mano de los pertinentes útiles de escritorio y narrar cuanto desfila ante sus ojos o alcanzan a percibir sus oídos, pero no podía — en aquella ocasión en concreto, en que tan atareados andábamos todos con lo de la votación y todo eso — desviar mi atención a cuestiones menores y tan frívolas como el organizar un cumpleaños, o tan molestas como hacer llegar al domicilio alguien interesante o pintoresco que merezca la pena el conocer en unos tiempos en que (aun en su tan harto frecuente pavorosa vulgaridad) todo el mundo es pintoresco, o improvisar un novio para una niña que no teníamos a mano porque, recuérdese, la prole del matrimonio Ramírez se componía de dos varoncitos salvo que hubiese ― pues bien podía ser y que yo lo desconociera por no haber surgido en nuestras conversaciones el mencionarla ― una hermanita que, en todo caso y dado que Sonia era muy joven, estaría siendo demasiado niña para tener novio; y aunque en opinión de mi madre las niñas de ahora son muy precoces, y, aunque cabe la posibilidad de que tenga razón porque aunque sea mi madre a veces la tiene, yo preferí no pensarla siquiera para, así, evitar el tener que crearla o ― si yo elegía encontrarme el trabajo ya hecho ― recabar de los progenitores la información pertinente en momentos en que, como vengo de decir, andábamos tan ocupados todos en organizar la votación y llegar a un acuerdo de si sería secreta o a mano alzada.
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Sin equipaje y sin previo aviso cuando todo el mundo sabe que sin equipaje nunca se te presentan los familiares de provincias cuando, de sopetón, te los encuentras en el descansillo alegando que han venido a la capital por cuestión de médicos; aunque sí pueden llegar sin previo aviso porque, y eso también lo sabe todo el mundo, “tenemos confianza y además no tienes que molestarte, que nosotros nos arreglamos de cualquier manera” dándote a entender, de forma un tanto críptica, que ya puedes ir buscando unas sábanas que no estén demasiado raídas, y tratando de recordar cómo se abría la cama plegable del salón que cerrada parece un chifonier o — caso de no tener chifonier, porque hay gente con suerte que carece de hermanos y sobrinos y cuñados — ingeniándotelas para ubicar a alguno de tus vástagos en casa de un amigo.
Versaciones
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.