About the work
http://valentina-lujan.es/trans/unaideaenlacab.pdf
porque, si bien era cierto que aquella era una de tantas tardes en que mamá estaba rara, y que Fuensanta solía hacer muy bien su papel resultando muy verosímil diciendo que no sabía que tenía pero que algo le pasaba, no era menos cierto que, aun estando todo el mundo de acuerdo en que lo que habría dicho Albertina hubiera muy bien podido ser un punto de arranque para que la situación tomase un nuevo giro y tirado por otros derroteros, ella, Gema — “yo, Gema”, escribía la señorita con tiza roja en la pizarra, y lo subrayaba para que la interfecta (o el interfecto, si estaba habiendo muchas bajas por lo de las anginas o alguna que otra tos ferina, que nunca faltaban, y daba la casualidad de que teníamos menos chicas que personajes femeninos; y se veía en la necesidad de improvisar quién la sustituyese), llamárase como se llamase el tal o la cual, no se despistase y dijera su propio nombre echando a perder toda la credibilidad del ensayo y si era, encima, con público y todo padres y madres y alguna tía que saldrían muy decepcionados —, consideraba más oportuno y conveniente no mencionarla para nada, a Albertina; a Albertina ni a nada ni a nadie que ni aunque fuese solo de refilón pudiese hacer alusión al hecho de que sí, ella era de toda la clase la que mejor escribía y por más que a Susanita le pesase, pero, cuando eran amigas, bien que había presumido de que fuera a ella, Susanita, a quien dedicase, de su puño y de su letra y con su firma y todo, la foto de su celebérrimo boceto que tanto, tanto diera que hablar a cuantos, por entonces y allí, lo tuviesen frente a sus ojos o en sus manos.
Así que, pensaba (cuando le tocaba, claro) ella “yo Gema”, cuando le tocaba pensar al o a la suplente que la representaba, que mejor dejar estar el tema justo ahora que — maldita casualidad que a quién se le ocurriría, pero así eran las cosas y no quedaba otra que tirar para adelante y salir del paso lo más airosamente posible — era precisamente ella “mamá” la que se tenía que poner como un verdadero basilisco, sí, un basilisco, pero por otra cosa que no estaría teniendo nada que ver con un baúl viejo y que no serviría para nada más que para echar a perder no únicamente el ensayo sino la obra, la obra enterita ya en escena y con público de verdad porque Susanita, y de eso la señorita tenía constancia, tenía una salud de hierro de manera que, como había sido, era, y sería de por siempre la titular, no cabría la menor esperanza de que su enfado con el tío Astolfo (por ejemplo) resultara todo lo creíble que la memorable ocasión requería.
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100% human created
Declaration Date:
Jul 17, 2024, 5:11 PM
Identification level:
Low
Fictional content
Declaration Date:
Jul 17, 2024, 5:11 PM
Identification level:
Low
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Title Una idea en la cabeza
http://valentina-lujan.es/trans/unaideaenlacab.pdf
porque, si bien era cierto que aquella era una de tantas tardes en que mamá estaba rara, y que Fuensanta solía hacer muy bien su papel resultando muy verosímil diciendo que no sabía que tenía pero que algo le pasaba, no era menos cierto que, aun estando todo el mundo de acuerdo en que lo que habría dicho Albertina hubiera muy bien podido ser un punto de arranque para que la situación tomase un nuevo giro y tirado por otros derroteros, ella, Gema — “yo, Gema”, escribía la señorita con tiza roja en la pizarra, y lo subrayaba para que la interfecta (o el interfecto, si estaba habiendo muchas bajas por lo de las anginas o alguna que otra tos ferina, que nunca faltaban, y daba la casualidad de que teníamos menos chicas que personajes femeninos; y se veía en la necesidad de improvisar quién la sustituyese), llamárase como se llamase el tal o la cual, no se despistase y dijera su propio nombre echando a perder toda la credibilidad del ensayo y si era, encima, con público y todo padres y madres y alguna tía que saldrían muy decepcionados —, consideraba más oportuno y conveniente no mencionarla para nada, a Albertina; a Albertina ni a nada ni a nadie que ni aunque fuese solo de refilón pudiese hacer alusión al hecho de que sí, ella era de toda la clase la que mejor escribía y por más que a Susanita le pesase, pero, cuando eran amigas, bien que había presumido de que fuera a ella, Susanita, a quien dedicase, de su puño y de su letra y con su firma y todo, la foto de su celebérrimo boceto que tanto, tanto diera que hablar a cuantos, por entonces y allí, lo tuviesen frente a sus ojos o en sus manos.
Así que, pensaba (cuando le tocaba, claro) ella “yo Gema”, cuando le tocaba pensar al o a la suplente que la representaba, que mejor dejar estar el tema justo ahora que — maldita casualidad que a quién se le ocurriría, pero así eran las cosas y no quedaba otra que tirar para adelante y salir del paso lo más airosamente posible — era precisamente ella “mamá” la que se tenía que poner como un verdadero basilisco, sí, un basilisco, pero por otra cosa que no estaría teniendo nada que ver con un baúl viejo y que no serviría para nada más que para echar a perder no únicamente el ensayo sino la obra, la obra enterita ya en escena y con público de verdad porque Susanita, y de eso la señorita tenía constancia, tenía una salud de hierro de manera que, como había sido, era, y sería de por siempre la titular, no cabría la menor esperanza de que su enfado con el tío Astolfo (por ejemplo) resultara todo lo creíble que la memorable ocasión requería.
Work type Literary: Other
Tags prosa, transgresiones
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Registry info in Safe Creative
Identifier 2407178702688
Entry date Jul 17, 2024, 5:11 PM UTC
License All rights reserved
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Copyright registered declarations
Author. Holder El practicante. Date Jul 17, 2024.
Information available at https://www.safecreative.org/work/2407178702688-una-idea-en-la-cabeza