Casilla 33
06/01/2024
2406018147535

About the work

https://valentina-lujan.es/P/peromientrasco.pdf
Pero mientras comía aquella tarde unas tortitas con nata con mis amigas anduve todo el rato dando vueltas a qué por qué quedarse ahí, en una casilla 33 en la que tal vez no estaba expuesta a ningún peligro pero tampoco iba a vivir ninguna aventura. Y aunque quise convencerme de que qué necesidad tenía de andar buscando emociones que a la larga terminan también por acarrear complicaciones cuando, vista con objetividad, mi vida es bastante confortable; y aunque trataba de atender a la conversación porque todas me decían estás muy rara y que si es que me pasaba algo porque me veían muy distraída y, entre bromas y risitas, que si es que me había enamorado o algo y yo, por seguirles la corriente, sonreí y pestañeé sin decir nada para que me dejasen tranquila; y aunque cuando volví a casa quise hacer como que me emocionaba mucho siguiendo la pista del asesino en una película en blanco y negro que daban en la televisión, la verdad es que no conseguí centrarme y me terminé desentendiendo de él (un individuo de cara aniñada y mirada inocente, con aspecto de no haber roto un plato en su vida y que por eso precisamente iba de “presunto”, de sospechoso, pero con esa pinta se veía a la legua que era con el que se pretendía confundir al espectador; y a mí con esos trucos tan facilones no me engañan) y de los policías que debían de ser muy buenos actores porque hacían muy bien como que ellos sí se lo creían (o no querían que les echara una bronca el director, que les había dado órdenes de resultar muy convincentes) y yéndome a buscar el tablero y el cubilete y tirando, sin reflexionar y haciéndome la sorda a la voz interior que me decía qué necesidad tendrás, so tonta, de poner en riesgo tu vida puede que más bien sosa pero muy tranquila, el dado y, bueno, me dije, ya está, ya está aunque antes de levantar el cubilete también me dije olvídalo que estás a tiempo, pero no lo quise olvidar y lo levanté, el cubilete, y había un uno.
Pero quedarse en el número 34 me pareció que iba a ser casi lo mismo que no haberse movido del 33, y como total no me había visto nadie (que había apagado la tele, incluso, y todo) me hice la tonta y volví a tirar como si nada, y esta vez pareció que el panorama cambiaba porque me salió un cinco.

Y ya un poco más reconfortada me marché a dormir contenta de que aquella noche, como cosa especial, no tenía que fregar platos.

Literary: Other
prosa
papeles
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Tarde de otoño en la ciudad
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Declaration Date: Jun 1, 2024, 9:18 AM

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Declaration Date: Jun 1, 2024, 9:18 AM

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Title Casilla 33
https://valentina-lujan.es/P/peromientrasco.pdf
Pero mientras comía aquella tarde unas tortitas con nata con mis amigas anduve todo el rato dando vueltas a qué por qué quedarse ahí, en una casilla 33 en la que tal vez no estaba expuesta a ningún peligro pero tampoco iba a vivir ninguna aventura. Y aunque quise convencerme de que qué necesidad tenía de andar buscando emociones que a la larga terminan también por acarrear complicaciones cuando, vista con objetividad, mi vida es bastante confortable; y aunque trataba de atender a la conversación porque todas me decían estás muy rara y que si es que me pasaba algo porque me veían muy distraída y, entre bromas y risitas, que si es que me había enamorado o algo y yo, por seguirles la corriente, sonreí y pestañeé sin decir nada para que me dejasen tranquila; y aunque cuando volví a casa quise hacer como que me emocionaba mucho siguiendo la pista del asesino en una película en blanco y negro que daban en la televisión, la verdad es que no conseguí centrarme y me terminé desentendiendo de él (un individuo de cara aniñada y mirada inocente, con aspecto de no haber roto un plato en su vida y que por eso precisamente iba de “presunto”, de sospechoso, pero con esa pinta se veía a la legua que era con el que se pretendía confundir al espectador; y a mí con esos trucos tan facilones no me engañan) y de los policías que debían de ser muy buenos actores porque hacían muy bien como que ellos sí se lo creían (o no querían que les echara una bronca el director, que les había dado órdenes de resultar muy convincentes) y yéndome a buscar el tablero y el cubilete y tirando, sin reflexionar y haciéndome la sorda a la voz interior que me decía qué necesidad tendrás, so tonta, de poner en riesgo tu vida puede que más bien sosa pero muy tranquila, el dado y, bueno, me dije, ya está, ya está aunque antes de levantar el cubilete también me dije olvídalo que estás a tiempo, pero no lo quise olvidar y lo levanté, el cubilete, y había un uno.
Pero quedarse en el número 34 me pareció que iba a ser casi lo mismo que no haberse movido del 33, y como total no me había visto nadie (que había apagado la tele, incluso, y todo) me hice la tonta y volví a tirar como si nada, y esta vez pareció que el panorama cambiaba porque me salió un cinco.

Y ya un poco más reconfortada me marché a dormir contenta de que aquella noche, como cosa especial, no tenía que fregar platos.
Work type Literary: Other
Tags prosa, papeles

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Identifier 2406018147535
Entry date Jun 1, 2024, 9:18 AM UTC
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Author. Holder Tarde de otoño en la ciudad. Date Jun 1, 2024.


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