Por señas y con muy buen criterio
05/02/2024
2405027854298

About the work

http://valentina-lujan.es/R/coluegoexplisramir.pdf
por señas y con muy buen criterio aunque en unos términos tan excesivamente técnicos — téngase en cuenta que, y que quizás no se haya mencionado con anterioridad no siendo el anciano el personaje principal del asunto que nos ocupa, el señor Ramírez había sido (o en realidad seguía siendo, claro, aunque ya no ejercía) ingeniero industrial —, como, por poner un par de ejemplos, los que puedan encontrarse en Bill of Materials o Análisis de Pareto que el chico se declaró incapaz de traducir y hubimos de recurrir a las páginas amarillas de la guía telefónica para buscar un traductor especializado que resultó ser, una vez localizado al puro azar y sólo porque venía resaltado en un recuadro y negrilla, un antiguo empleado de la inmobiliaria de la que Celedonia fuese, por aquel entonces de sus ya respectivas lejanas juventudes, la propietaria.
Era él, el traductor, un joven, muy joven por entonces, aficionado a los idiomas de manera que, tan pronto salía a media tarde del trabajo, acudía a la academia Berlitz, ubicada por aquellos años en la calle del Arenal, donde se instruyó de tal modo y tan a fondo en diversas lenguas extranjeras que luego, ahora según explico tras presentarse pero sin reconocer de momento a su antigua jefa a la que saludo con cortés indiferencia, los amplios conocimientos adquiridos le permitían llevar una vida desahogada trabajando para universidades extranjeras de tanto prestigio como Yale o la Ludwig Maximilian University de Múnich o la Hokkaido (con una rayita sobre la última o) de Japón en la que estuvo, por cierto ( que en su opinión fue enorme desacierto según confesara tiempo después a su confesor que — por cierto, también por cierto y también tiempo después aunque en este caso el clérigo jamás se arrepintió —, tras colgar los hábitos y entendiendo que una vez colgados quedaba él eximido del secreto de confesión, no tardó en, sabedor de la fama y del renombre y del prestigio adquiridos por el antaño mozalbete al que diera la absolución, acudir a contarlo a un programa de televisión de máxima audiencia) en calidad de invitado y, cuando al objeto de homenajearlo lo invitó el director — “no, no del programa”, aclaró la señorita interrumpiendo el dictado, “no del programa sino de la universidad con una rayita sobre la última o; que no atendéis” — a la ceremonia del té, conoció a una geisha de la que, haciendo una nueva pausa la señorita para explicar que se enamoró y rogar al alumnado que hicieran el favor de no olvidar abrir y cerrar tanto los paréntesis como los guiones “porque, con el despiste que os traéis, vaya nadie a enterarse en condiciones de quién ni cuándo ni dónde se enamoró de quién”.
Y, como estaba a punto de sonar la campana, cerró el libro y lo guardó en su cajón, y “hasta mañana” y que nadie le viniera, “tan peliculeras que sois las adolescentes”, en kimono y boquita de corazón ni canturreando (aunque fuese por lo bajo) Madame Butterfly.
Y, saliendo ya por la puerta, “ah, y las comillas”; las comillas y la ventana que las cerraran bien también.

Literary: Other
prosa
papeles
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Felipe Ledesma
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Title Por señas y con muy buen criterio
http://valentina-lujan.es/R/coluegoexplisramir.pdf
por señas y con muy buen criterio aunque en unos términos tan excesivamente técnicos — téngase en cuenta que, y que quizás no se haya mencionado con anterioridad no siendo el anciano el personaje principal del asunto que nos ocupa, el señor Ramírez había sido (o en realidad seguía siendo, claro, aunque ya no ejercía) ingeniero industrial —, como, por poner un par de ejemplos, los que puedan encontrarse en Bill of Materials o Análisis de Pareto que el chico se declaró incapaz de traducir y hubimos de recurrir a las páginas amarillas de la guía telefónica para buscar un traductor especializado que resultó ser, una vez localizado al puro azar y sólo porque venía resaltado en un recuadro y negrilla, un antiguo empleado de la inmobiliaria de la que Celedonia fuese, por aquel entonces de sus ya respectivas lejanas juventudes, la propietaria.
Era él, el traductor, un joven, muy joven por entonces, aficionado a los idiomas de manera que, tan pronto salía a media tarde del trabajo, acudía a la academia Berlitz, ubicada por aquellos años en la calle del Arenal, donde se instruyó de tal modo y tan a fondo en diversas lenguas extranjeras que luego, ahora según explico tras presentarse pero sin reconocer de momento a su antigua jefa a la que saludo con cortés indiferencia, los amplios conocimientos adquiridos le permitían llevar una vida desahogada trabajando para universidades extranjeras de tanto prestigio como Yale o la Ludwig Maximilian University de Múnich o la Hokkaido (con una rayita sobre la última o) de Japón en la que estuvo, por cierto ( que en su opinión fue enorme desacierto según confesara tiempo después a su confesor que — por cierto, también por cierto y también tiempo después aunque en este caso el clérigo jamás se arrepintió —, tras colgar los hábitos y entendiendo que una vez colgados quedaba él eximido del secreto de confesión, no tardó en, sabedor de la fama y del renombre y del prestigio adquiridos por el antaño mozalbete al que diera la absolución, acudir a contarlo a un programa de televisión de máxima audiencia) en calidad de invitado y, cuando al objeto de homenajearlo lo invitó el director — “no, no del programa”, aclaró la señorita interrumpiendo el dictado, “no del programa sino de la universidad con una rayita sobre la última o; que no atendéis” — a la ceremonia del té, conoció a una geisha de la que, haciendo una nueva pausa la señorita para explicar que se enamoró y rogar al alumnado que hicieran el favor de no olvidar abrir y cerrar tanto los paréntesis como los guiones “porque, con el despiste que os traéis, vaya nadie a enterarse en condiciones de quién ni cuándo ni dónde se enamoró de quién”.
Y, como estaba a punto de sonar la campana, cerró el libro y lo guardó en su cajón, y “hasta mañana” y que nadie le viniera, “tan peliculeras que sois las adolescentes”, en kimono y boquita de corazón ni canturreando (aunque fuese por lo bajo) Madame Butterfly.
Y, saliendo ya por la puerta, “ah, y las comillas”; las comillas y la ventana que las cerraran bien también.
Work type Literary: Other
Tags prosa, papeles

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Identifier 2405027854298
Entry date May 2, 2024, 6:54 PM UTC
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Author. Holder Felipe Ledesma. Date May 2, 2024.


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