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Cuando los símbolos cobran vida: de emblemas rebeldes a banderas de esperanza 

Los derechos de autor son importantes para que las profesiones creativas sean posibles, más allá de un divertimento de las clases adineradas, que no necesitan ingresos provenientes de su obra para sobrevivir. Eso es una evidencia. Sin embargo, en ocasiones, la libre circulación de obras, su apropiación por parte de la ciudadanía y su difusión sin límites, ni intercambio económico, es precisamente lo que da sentido a esas creaciones y lo que hace que estas cumplan con el objetivo del autor/a. 

I love NY 

Algunos símbolos, creados para un fin determinado, pero con la voluntad de representar algo más allá de él consiguen desbordar ese marco inicial para hacerse mucho más extensos. Imaginemos que una asociación de comerciantes, te pide un símbolo para una campaña que devuelva a los ciudadanos de una ciudad, el orgullo de vivir en ella. La ciudad se encuentra en una grave crisis, con huelgas continuas de los trabajadores de la limpieza, que provocan escenarios dantescos de suciedad, una delincuencia desbocada debido a la falta de empleo y discriminaciones sociales y raciales. Esa ciudad era Nueva York en 1977 y esa asociación pidió al departamento de comercio del Estado de NY una acción publicitaria para mejorar la imagen de la ciudad. La campaña se encargó a la agencia Wells Rich Greene y la idea era hacer una acción publicitaria de un par de meses, más centrada en los neoyorquinos que en los turistas. Por eso se insertó sólo en medios locales. Pero resultó que la agencia contrató al diseñador Milton Glaser.  

Glaser, un enamorado de ciudad, fue más allá del encargo y creó un símbolo que trascendió con mucho el uso previsto. Desde entonces el I Love NY se convirtió en un emblema de la ciudad, no solo para sus habitantes sino para todos los turistas y visitantes, que perdura hasta el día de hoy. El diseñador dijo en varias ocasiones que nunca cobró gran cosa por hacerlo pero que ese encargo le seguía reportando grandes satisfacciones por representar la ciudad que amaba. En las luchas sociales, este fenómeno es muy común, los símbolos condensan ideas complejas en una sola imagen. Por eso, a menudo son capaces de despertar una emoción y una voluntad colectiva y, por lo tanto, de ser condensadores de esfuerzos y voluntades distintas con un fin común. 

Paz y lenguaje naval 

En 1958, el diseñador y artista británico-francés Gerald Holtom, diseño un símbolo para la Campaign for Nuclear Disarmament (CND) en el Reino Unido. El diseño es una combinación de las letras «N» (dos brazos abiertos apuntando hacia abajo en un ángulo de 45 grados) y «D» (un brazo levantado sobre la cabeza) del alfabeto del semáforo, acrónimo inglés de nuclear disarmament (desarme nuclear). Según parece el autor se inspiró en el cuadro de los fusilamientos del 2 de mayo de Goya: «Estaba desesperado. Una profunda desesperación. Me dibujé a mí mismo: el representante de un individuo desesperado, con las manos extendidas hacia arriba a la manera del campesino de Goya ante el pelotón de fusilamiento. Formalicé el dibujo en una línea y le puse un círculo». En la versión final, «los brazos» se extienden hacia abajo en lugar de levantados en señal de rendición, para ser fiel al lenguaje naval. Su uso estaba previsto que fuera una lucha concreta en un lugar concreto. Sea como fuere, la imagen funcionó y se empezó a usar en diferentes iniciativas pacifistas. 

No hace falta especular demasiado para intuir que Holtom, activista antibelicista, deseaba colaborar, no solo con el desarme nuclear de su país sino con el fin de las guerras, todas las guerras. El símbolo no fue registrado, quizás porque no le dieron importancia o quizás porqué querían que fuese de uso libre. El caso es que en los años sesenta, y de la mano de Bayard Rustin, un pacifista amigo de Martin Luther King Jr. El símbolo llego a los EE. UU. y fue ampliamente usado por los opositores a la Guerra de Vietnam poniéndose de moda entre los hippies. Y desde entonces ha seguido representando el pacifismo, si bien es cierto que su uso masivo ha diluido, en parte, su contundencia inicial. 

Un sol que dice «No, gracias»

En los años setenta se vivió en todo el mundo un gran auge de la oposición a la Energía Nuclear. Corría el año 1975 y en Dinamarca Anne Lund y Søren Lisberg, que por entonces tenía 21 años y estaban en la organización OOA (Organisationen til Oplysning om Atomkraft = Organización de Información de la Energía Nuclear), diseñó un símbolo para una campaña local contra la creación de una nueva central nuclear. El resultado, es el famoso Sol sonriente que ante la pregunta: «Nuclear?», contesta: «No, gracias». La intención de Anne Lund, era la de crear un logotipo amable, de mentalidad abierta, que expresara con educación su oposición las centrales nucleares.  

La primera aparición pública del Sol Sonriente fue durante el festival del 1 de mayo de 1975 en Århus, la segunda ciudad más importante de Dinamarca. Otra vez la imagen supero con mucho el uso inicial y traducida en infinidad de idiomas fue símbolo de la oposición a este sistema de producción energética en medio mundo. En España, ya en 1977 se estaba usando. Durante décadas se ha visto en concentraciones, camisetas y pegatinas. De hecho, la OOA realizó entre 1976-1982 impresiones masivas en varios idiomas, manteniendo los precios de producción y de venta muy bajos para campañas antinucleares. También cedió los derechos a varias asociaciones. El Sol Sonriente se convirtió de este modo, en una herramienta importante y descentralizada para la recogida de fondos, al venderse como chapas, pegatinas, camisetas, etc. Los acuerdos de distribución y producción se hicieron con campañas en la mayoría de países de Europa Occidental y en Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón. Los ingresos por las ventas del logotipo se usaron para financiar el trabajo de WISE (Servicio Mundial de Información sobre la Energía), con base en Ámsterdam. 

En este caso, si se hizo un registro, no tanto por razones económicas sino ideológicas. En 1976, la OOA inscribió el logo en el Registro de Marcas de Dinamarca y en un cierto número de países. En diciembre de 2004, el logotipo se registró como Marca Registrada en el ámbito de los países de la Comunidad Europea. La protección de la marca registrada tiene el propósito de asegurar la integridad e independencia del logotipo reservando su uso al movimiento antinuclear mundial y permitiendo tomar las debidas acciones en caso de uso indebido, abuso y alteración del logotipo o intereses comerciales; contra el uso inverso en campañas proenergía nuclear y contra partidos políticos que intentasen tomar posesión del logotipo. Como ellos mismos afirman, no tienen ni los medios ni la voluntad de perseguir a quien lo usa con objetivos afines a su propósito, pero si pueden intentar detener usos poco éticos o contrarios a su objetivo. 

El Ebro y su nudo 

A una escala mucho menor, en el territorio del delta del Ebro, durante años, se produjeron protestas multitudinarias contra el trasvase de sus aguas. El primer proyecto, que se llamó minitrasvase, es de finales de los ochenta. Las reclamaciones iban para asegurar un caudal ecológico que no pusiera en peligro el ecosistema del delta y su integridad física. El diseñador de Amposta, Antonio Balada hizo el gráfico que se convirtió en símbolo y fue la Coordinadora Antitrasvase, uno de los grupos más activos de la Plataforma en Defensa de l’Ebre (PDE), la primera en usarlo, en 1986-87. Se hicieron camisetas y chapas, pero en ese momento la ciudadanía no se movilizó en exceso. 

Años más tarde, el gobierno central propuso un nuevo trasvase, mucho más importante para proveer de agua el litoral de la Comunidad Valenciana. En el marco de esas concentraciones se recuperó el símbolo del gran tubo hecho un nudo, que simbolizaba la oposición del trasvase, que se sabía que en buena parte era para usos turísticos. Los manifestantes portaban ese tubo en sus acciones de protesta, traspasando de símbolo gráfico a elemento corpóreo. La repetición de su presencia lo hizo reconocible. De nuevo se hicieron camisetas, pancartas, chapas y pegatinas. La gente lo llevaba en el coche, lo colgaba en los balcones.  

Balada, diseñador profesional no cobró por diseñarlo, dudo que se registrara y fue ese libre uso lo que lo hizo efectivo. Su objetivo, que era simbolizar la repulsa a los trasvases, obturando la cañería que los representa y al mismo tiempo, visualizar el ahogamiento de los agricultores de la flora y de la fauna del Delta. Después de múltiples movilizaciones, un cambio de gobierno hizo posible derogar el proyecto del trasvase. La presión social fue un elemento importante en esa decisión y el tubo con un nudo fue parte de esa presión al unificar y visualizar el descontento del territorio. 

Piratas en tiempos de memes 

Hace unas semanas, aparecía en prensa las fotografías de unas revueltas de la llamada generación Z en Nepal. Las restricciones de Internet y la corrupción sistémica de su gobierno hicieron estallar un movimiento de cambio que consiguió hacer caer al gobierno. Entre las imágenes que nos llegaban se pudo ver la Jolli Roger (calavera pirata) que aparece en el manga One Piece, que después se hizo serie de Anime + Life Action (con personajes humanos). En la serie, la idea del pirata se romantiza como símbolo de libertad. Y esa es la lectura que los jóvenes del Nepal y después en Perú o Marruecos han tomado para sus protestas. A pesar de las diferencias en las reivindicaciones de estas revueltas, en todos estos movimientos de protesta contra las decisiones de sus gobiernos han participado menores de 30 años. Los grupos están organizados mediante plataformas digitales como Discord y tienen un sentimiento común de rebeldía frente al poder. Y en ese contexto, la bandera pirata con sombrero de paja, encaja.  

One Piece, es una serie de entretenimiento, centrada en las aventuras de un grupo de piratas, pero no se queda ahí: en la serie se habla de racismo, de bullying al diferente, de la corrupción del poder y de luchar contra el sistema establecido. Aunque no hay referencias directas a causas del colectivo LGTBI, sí hay multitud de personajes que forman parte del colectivo: chicos gays, drag queens, personajes no binarios o trans. Por supuesto, la empresa propietaria de los derechos del manga, no parece disgustada, ni es probable que quieran reclamar derechos de ningún tipo, ya que, en realidad, funciona como una promoción gratuita de su manga. 

Es interesante ver como la cultura pop puede ser una nueva cantera de iconografía política y social, de alguna forma estas apropiaciones son como «memes visuales»: mutan, se adaptan, viajan. Hay otros ejemplos recientes como el puño en las luchas obreras, feministas, raciales, etcétera; la bandera arcoíris, el lazo amarillo, el girasol ucraniano, etc. En casi todos los casos, internet y las redes sociales especialmente, aceleran la difusión y resignificación de los símbolos, símbolos que no pertenecen a nadie, pero representan a todos aquellos que desean sentirse incluidos. Es la fuerza de lo visual como lenguaje universal de resistencia. Ante un símbolo que unifica, las diferencias entre los participantes de una revuelta o movimiento se minimizan. Ha pasado durante toda la historia con las banderas o símbolos religiosos. Podríamos pensar que, entre la cruz cristiana y un meme, hay un abismo, pero los mecanismos de pertenencia y de suma de fuerzas son prácticamente los mismos. Hay, pero, una diferencia, estos nuevos símbolos suelen ser abiertos, inclusivos e integradores, lejos de dogmatismos eclesiásticos. 

🪧 Aviso: los artículos de Opinión reflejan las perspectivas de sus autores. SafeCreative no se identifica necesariamente con los puntos de vista expresados en ellos.
Óscar Guayabero
Óscar Guayaberohttps://www.guayabero.net/
Creador, editor, escritor… se autodefine como "para-diseñador". Guayabero es en realidad un contador de historias sobre objetos, instalaciones o palabras que además disfruta comisariando exposiciones, dando clases o activando plataformas.

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