About the work
http://valentina-lujan.es/D/delcuardecfoto.pdf
del cuarto de estar decorado con fotografías de abuelas ataviadas con vestidos oscuros y abuelos con bigotes, donde una tía Bárbara que venía y me agarraba por los hombros, y me ponía en el medio del salón, delante de todos, le decía a la tía Gregoria —¡Esto exactamente es lo que yo quería decir!
–“¿Esto?” — contestaba la otra, mirándome de arriba abajo arrugando la nariz como si yo fuera poca cosa.
–Sí: esto — Y me zarandeaba y me clavaba las uñas y yo no gritaba no por lo del postre sino porque aunque me hacía daño era sin querer —: que la niña, sin darse cuenta... ¡¡porque lo has hecho sin darte cuenta!! — y que ¿verdad?
Pero yo sólo asentía con la cabeza para no enredar más — que la niña, sin saber lo que hacía ha...
– ¿Pero cómo que sin saber lo que hacía si estaba todo el rato dando la tabarra al pobre Pascual? — mamá.
–Bah, no se preocupe por eso. A mí no me molesta, son cosas de niños.
–Sí, Pascual; pero cosas de niños muy descarados — y mamá me clavaba los ojos meneando la cabeza y enfatizando mucho niñosss y descaradosss y —: usted es que es una persona muy sufrida.
Y, yo, ahí callada, en el centro del salón con las uñas de la tía Bárbara clavándoseme hasta que ellos se callaban también, y entonces aflojaba un poquito, y haciéndome menos daño:
–No os habéis dado cuenta. Nadie se ha dado cuenta. Y es comprensible porque todos estamos aquí, viéndonos y oyéndonos, y sabemos...creemos saber, al menos, qué estamos viendo y oyendo, pero imaginaros a alguien que no estuviese aquí, ¿qué pensaría?
–Pues — papá, tan despistado — como si no está ni ve ni oye...
–Que oyera o viese sólo de forma parcial, incompl...
–Ah pues — mamá — no creo que pensase nada raro. Somos una familia muy normal... ¡Porque Pascual es como de la familia, claro!
– ¡Bueno — papá, tan despistado —; Pascual como el que más!
–No, ya, si eso sí — impaciente la tía, por hacerse entender, que me estaba volviendo a clavar las uñas; a ver si acabábamos con aquello de una vez — pero yo, a lo que me estoy refiriendo es a que, cualquiera que no estuviese aquí presente pensaría que...
–Sí — papá, tan despistado —: que nos estamos... bueno, estábam... ¡o estamos¡ moviendo en nuestro presente y en nuestro pasado a la vez porque, si la niña... y Pascual, están aquí los dos, y la niña decía que Pascual decía...
–Y eso no puede ser — la tía Gregoria.
–Pero es — la otra —: y aquí estamos.
–Eso, mira, es verdad — mamá —: aquí toda la tarde, que fíjate qué hora es ya y sin haber sacado nada en claro.
Y que venga, vamos a cenar algo y a dormir que nos estamos cayendo todos de sueño mañana seguiríamos y, a Pascual, que esperaba que no le disgustase la habitación que le hemos preparado como usted es tan… pero que ya sabía que, como la casa no era muy grande, no teníamos otra y, bueno... en fin, dando un suspiro, era la del pobrecito Pascual.
Y, a mí, de pie en el centro del salón, vamos chiquitina, que ahí adormilada en tan mala postura te va a doler el cuello.
– ¿Y Pascual?
Y que pues debajo de la mesa, como siempre, y que esa es otra, que aún lo tenemos que sacar.
Transgresiones
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.