About the work
http://valentina-lujan.es/Y/ysinlograrter.pdf
Que debió de ser, ahora lo recuerdo, cuando estaba aquí, en este “explicaré por qué en otro momento” ― y lo intuyo porque la sensación de desasosiego que siempre me ha resultado muy familiar al revisar los folios buscando la raíz, los orígenes, de algún relato que no logro ubicar (y que además me pasa mucho) sin el menor éxito pese a mis rastreos y tenaces esfuerzos poniéndome, además, más crispado todavía y que, como es natural, también me asaltaba cada vez que me encontraba con éste (este folio, quiero decir) sin conseguir que ni siquiera la nota de más abajo me ayudara ni me aclarase nada y me quedaba ahí parado como un tonto sin saber localizar cuál era el “algo”, o el “propósito” o la “idea” que alguna vez había tenido en la cabeza y, luego, (“ahora” en la nota de abajo, pero que deja de serlo para convertirse en un “entonces” porque mi “ahora verdadero” es en el que estoy ahora mismo, como es lógico) se me había marchado, hoy, sin embargo, hoy mismo al tropezarme con el folio y apartarlo a un lado sin prestarle atención porque no era el que de momento estaba necesitando, he notado, al apartarlo, ya digo, con tan perfecta y sosegada indiferencia que “¡Pero, joder, qué pasa hoy que no sientes la sensación de desasosiego!” y, casi sin darme como quien dice cuenta, me había tranquilizado ―, fumando un cigarrillo tras otro, nervioso y angustiado tratando de recordar y garabateando una docena de veces con trazo nervioso en el reverso de un expediente lo que, arriba y a mano, va entre paréntesis pero sin los paréntesis.
Y con esa tranquilidad (la de hoy, no la de tantas otras veces), con esa especie de sentirse liberado de la angustia, he podido sin la menor dificultad ver (quiero decir “evocar”) lo que se me ha resistido durante tanto tiempo y revivir con perfecta frescura y con toda la intensidad de los colores originales e incluso con los aromas, aquel día lejano en que tuve la disparatada ocurrencia ― que con tanto pesar habría de recriminarme a mí mismo con harto frecuencia, pero tan atareado como he estado siempre dando vueltas a este asunto que me ha traído loco me venía mal el hacerlo y lo dejaba “para mañana”, de modo que de “harto”, en realidad, “frecuencia”, nada; pero estoy harto (ahora sí, porque soy yo quien lo está, y de verdad) de pasarme la vida retrocediendo y haciendo modificaciones y correcciones y sin conseguir, que debiera de ser mi verdadero propósito, avanzar apenas ― de urdir un plan tan irrealizable como el de ,tras tantos años de alejamiento, reencontrarme sin saber ni cómo ni por dónde ni en qué ámbitos o por qué tipo de barrios o de calles ni en qué dirección me convendría moverme con un compañero de colegio de la infancia con el que fui (por motivos que tendré que estudiar, pues siempre he sido persona retraída y poco proclive a entablar amistades estrechas) uña y carne o ― por si no hubiera forma, que a veces pasa por mucho que uno se afane aun en las justificaciones y conexiones más peregrinas, en la esperanza de que el lector (en esa especie de ansiedad por llegar al final y enterarse del desenlace) las pase por alto aunque estén siendo bastante infumables ―, aquella otra (“ocurrencia”, digo), de meterme a funcionario sin pararme a considerar que, estudiante tirando a malo que he sido siempre y bastante difíciles que son de sacar unas oposiciones tan reñidas, más cuenta me habría tenido el dedicarme a (a instancias tal vez del insistente gotear del grifo de la cocina, que me tiene frito pero sólo me doy cuenta cuando estoy intentando concentrarme, que es el momento menos oportuno) la fontanería y arreglarlo yo mismo u otra (“amistad”, esta vez, otra vez) como la que de forma tan imprevisible se empezó a forjar por, total, una pajarita de papel o, por darle un poco más de emoción, la grulla (que es mucho más difícil) o, más sencillo pero con la dificultad bastante ardua de salvar como es el proveerse de papel reversible (porque no queda igual de gracioso cuando no lo es), el pingüino con las críticas, añadidas e innecesarias para hacerlas a un extraño, por parte de la suegra cuando dijo “aunque ese a mi nuera no crea usted que le sale muy bien”, aquel otro día del bacalao al pil pil.
Versaciones
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.