About the work
https://valentina-lujan.es/R/revolviendo.pdf
Revolviendo en las revueltas de tantas como dio un día el para qué que el adónde le preguntó al alma mía, el qué sé yo de la nada de un nunca que no venía apareció por sorpresa al dar la vuelta la esquina un tiempo que se marchaba y me dejaba marchita una sombra de un recuerdo que no supe que tenía el mirar que no aprendiese cuando al pensar que veía estaba tan solo a ciegas contemplando qué podía ser aquello que esperaba mientras no se sostenía sobre sus piernas de trapo la muñeca que la niña guardaba como un juguete pensando que no sería ella misma otro juguete en manos de qué quería el capricho que va y viene y en su regresar desvía el trazado del dibujo del camino que sería lo que a la vista de tantos tanto de sí diera un día para de sí desasirse y llegar a ser no niña que se engaña y ve fantasmas y asustada se retira de otra sombra que chinesca en la pared parecía reflejo de realidades que ya no se sostenían más que a las muy duras penas que a las penas no cedían ni daban rienda a la suelta desprendida de su brida vida de lo que un día fuese lo que pensara sería el para qué y el adónde en los que ya no estarían ni la niña ni la sombra ni la muñeca perdida en algún lugar de un tiempo que nunca más volvería.
28 de octubre de 2012
Exequias
Poesía
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.