About the work
http://valentina-lujan.es/T/temarchaste.pdf
Te marchaste una mañana, de octubre, de mucha niebla, de esas mañanas que advierten de que viene una borrasca que se acerca por el norte trayendo de alguna parte presagios de que son pocas las tormentas que descargan sin causar mayor estrago que algún destrozo en las tejas y derribar algún poste de la luz o del telégrafo que privará algunos días de noticias de otras gentes.
Te marchaste una mañana, huraña, de un viento frío, de esos vientos que presagian el llevarse por delante todo cuanto se presente con qué cortar por lo sano y, si lo sano fuese el alma, pues el alma que se apañe y que se busque la vida y que se agencie otro cuerpo donde encontrar acomodo porque ya no están los tiempos para andar desperdiciándolos deambulando a la deriva.
Te marchaste una mañana, tristona, de mucha pena, y de una sombra muy mala que recuerdo que traía entre las cejas un surco que se clavaba aquí dentro, en el pecho, en lo más hondo, y de sus ojos salían llamaradas incendiarias de los rastrojos que habían hasta ayer sido vergeles y mañana no serían más que eriales engrosando las llanuras ya baldías de una tierra que se abría bajo los pasos cansinos de los pocos que a empujones, a suspiros y sin prisa se encaminaban a tientas a la puerta que engullía de tanto en tanto tragando legiones de almas contritas.
Te marchaste una mañana, tediosa, de mucha ausencia, de muy lejanas promesas incumplidas y ultrajadas por tu maldita costumbre de empecinarte en mezquinas, mentirosas imposibles disparatadas dolencias aquejando qué sí habita, qué alienta y qué halla su sitio, su destino y su bendita cualidad que proporciona al sentir la verdadera razón en la que se asienta, firme, serena, sencilla, la esperanza que destierra, desfondada y ya sin vida, toda la mala ventura que te amargó tanta vida.
Te marchaste una mañana, huraña, triste, tediosa, harta de mí y aburrida de que ya no te prestara la atención con que solía atender mendacidades calumniosas y muy herradas de tachones que adornaban con tu insensatez tan torpe, ruda, tosca, peregrina, el camino que debiera haber sido senda arisca por la que no se adentrasen más que en busca de extravíos, de esos que nunca debiera haber querido mi vida tomar para desviarse de qué quise cuando niña, esos otros, los que fueron soñados por otras niñas.
Le dije, cuando se iba.
2 de enero de 2011
Exequias
Poesía
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.