About the work
https://valentina-lujan.es/L/larvasqueno.pdf
Larvas que no serán nunca mariposas se nutren, lentamente, de las palabras que se pudren en tu lengua.
En tu vientre las tumbas de los hijos que murieron antes aun de que tus entrañas atisbasen el hedor dulce del deslizarse pastoso de un esperma.
En tus ojos los nidos arrasados de pájaros pequeños que sedientos claman con virulencia por un sorbo de azul, o de verde, o de amarillo, en sus picos abiertos a una muerte cernida de par en par sobre sus cuerpos que no levantarán jamás el vuelo.
En tus venas el fango que rezuma la ciénaga en la que late, se rebulle, el palpitar del amasijo informe de un turbio defecar de pesadillas.
En tus huesos las piltrafas desprendidas de qué fuera la carne que envolviese el hálito de lo que los idiotas llaman vida.
Y en tus pies, y en tus manos y en tu frente la nada gris que fue, mientras que fuiste, lo que iba a ser pero no fue posible.
15 de julio de 2017
Entelequios
Poesía
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.