About the work
http://valentina-lujan.es/I/interferencias.pdf
Barruntando que un salto en el vacío para acto, no seguido y sí de contrición, destapar sin ruido una de aquellas botellas que venía guardando desde no podía recordar ya dónde pero sí, seguro, para despejar cualquier lugar en el que pudiese caber la más insignificante, menospreciable de las dudas que pudiera jamás haber parido, dado a luz de candiles de llamas ondulantes, sinuosas como el andar pensando, discurriendo, ora en la cotidianidad del ir, o del venir, a cuento o sin la tarea realizada y lamentando, a susurros, el no haber sabido encontrar una salida airosa y por el punto de inserción que fuera a ser garante de que no surgirían problemas tan nuevos que, aun recurriendo a todo el saber acumulado a lo largo de décadas, no se hubiera descubierto para entonces una solución de continuidad que encajase, sin fracturas ni tener que forzar los goznes de las encrucijadas, a la imperfección en el reducidísimo margen de intolerancia, o de incomprensión que, una vez asignado y tras sellar el acta, habría de ser inherente costara lo que costase y aun a riesgo de dejarse la vida en el empeño para, una vez resuelto el caso, encontrarse con la molestia adicional de tener que regresar a recogerla y, quién sabe, si viéndose en la obligación legal de tener que abonar gastos de almacenamiento que en absoluto deseaba afrontar para que le devolviesen una vida tan inútil y tan vieja, tan pavorosa y enfebrecida inteligencia como la que pariese, diera a la misma luz ya mucho antes, aquella Eternidad hostil que las engendrara (a ella y a sus hermanas) para, luego y sin pudor alguno, vomitarlas no sería del todo limpio habida cuenta y razón de que el tal y en términos absolutos sólo existe en unas condiciones muy especiales que ella estaba totalmente segura de ni reunir ni contar con la capacidad de persuasión suficiente para convencerlas de que se amigaran por sí solas y dejando a un lado las diferencias que con un poquito de buena voluntad no tenían por qué hacerlas sin remisión incompatibles, optó por llenarlo ella misma, con sus propias manos y los restos mortales aun calientes de todo cuanto alguna vez fuese sustento, oráculo o remanso de guerras perdidas sin haber tan siquiera hecho el intento de presentar, de manera formal y rodeada de todos los honores, la correspondiente batalla sobre las faldas de seda o terciopelo de las señoras endomingadas o, más divertido quizás, bajo la apariencia, inocente por más que engañosa pero (se dijo) que viniera a demostrarlo nadie, de cualquiera de los caballeros que, pensaban ellos, volverían, en ese constante ir y venir de la fortuna, a encontrarse con alguna que, ya por caritativa o complaciente, ya por necia, les concediera el inmenso favor, la enorme gracia (de ahí lo de “divertido”, pensó, sonriendo para sus adentros) de traer a sus manos, una vez más, el poder y la fama, que, y eso lo entendería cualquiera que acudiese a hacer no importaba qué reclamación antes que ella, no iba, ni en el mejor de los casos que cupiera (en un espacio tan reducido para un tiempo tan largo) ni en el peor de los mundos pensables, a merecer ni la pena de quienes la añorasen ni el aplauso de quienes la juzgaran decidió, sin pararse ― no supo si con buen o mal criterio pero consciente sí de que ya estaban en el aire (y en antena, con esa definición tan exasperante que tienen las televisiones modernas) ―ni a reconsiderarlo con serenidad ni, menos aún, a recomponer sus vestiduras (ellas) ni sus ilusiones tan pueriles (ellos), olvidarse de innovaciones y hacer las cosas como debían de ser si, como (eso sí) se tomó la libertad de suponer, estaban siendo como siempre.
6 de abril de 2019
Comments
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.