About the work
https://valentina-lujan.es/Y/yatrompicones.pdf y a trompicones, que hubo que repetir la escena cinco veces — aunque a algunos les gusta recordar que fueron siete; pero la pequeña de las Salcedo dice que eso no hay que tomarlo demasiado en cuenta puesto que de toda la vida ha habido gentes exageradas que gustan de desmesurar las cosas y sacarlas de su contexto y de su realidad — y hasta en alguna (que unos asegurarían hasta la saciedad que era la tercera y otros se empecinan en mantener que fue la cuarta) demorar tanto el marcharnos a cenar que, cuando al fin nos sentamos a la mesa, la mazamorrilla se había quedado tan reseca que no era posible tomarla según era costumbre con cuchara y fue motivo de que papá pudiera posar (no vestido de húsar y para enorme disgusto de la de Durán, que siempre había soñado con ver a su nieto con la pechera cuajadita de condecoraciones y hasta había sugerido que por qué no luciendo la cruz de Malta o el toisón de Isabel la Católica porque que qué trabajo costaba y aunque fuera sólo para la fotografía del cuarto de estar) el tenedor en el borde del plato con tanta sensatez y tanto aplomo que dio pie — sin pretenderlo, en su inocencia, el pobrecillo, tan recién llegado como estaba y siendo aquella además su primera intervención — a que, como consecuencia de su larga y serena disertación acerca de lo muy engañoso y fugaz (él dijo “lábil”) de nuestros pasos por nuestros propios estares en nuestros mundos, la señorita Violeta se pusiera más histérica e impaciente de lo que jamás hubiese cabido esperar de una persona tan nerviosa e insegura como ella, que nos tenía siempre en vilo sin saber si iba a estar a la altura de qué se esperaba de ella (o qué esperaba por lo menos doña Magdalena, que ya estaba colocada en su sitio y con el pañuelo planchado y doblado en la bocamanga, lista para intervenir) o si iba a salir por los cerros de Úbeda. Así que, y a pesar de los pesares, todo salió a pedir de la mayoría de las bocas menos exigentes y más cualificadas, y la Ercilla contó entusiasmada que es que no hay mal que por bien no venga aunque (porque la Ercilla era demasiado humilde para darse importancia de forma tan descarada) no dijo ni pío de la escandalera que preparó porque la mazamorrilla no le gustaba, protestando de que la habíamos traído engañada y en la creencia de que lo que tocaba aquella noche era los zancarrones de faisán; y que para al remate un plato tan pobretón podía ella haber participado ya incluso en la versión uno, o aunque fuese en la dos o en la tres, y haberse visto libre cuanto antes de la engorrosa obligación de ser mamá, tan remilgada y — en su opinión — hasta un poquito cursi. Etiqueta: De entre los papeles de un baulito chino Categoría: Telas de araña
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Code: | 2305294442061 |
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Date: | May 29 2023 11:07 UTC |
Author: | El bisabuelo Montano |
License: | All rights reserved |
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.