About the work
http://valentina-lujan.es/alicia/queresultono.pdf
– Que resultó no resultar porque resultó — le explico, porque quiero que entienda que si las cosas no han prosperado por esa vía no ha sido por causa de algo de lo que yo sea responsable — que, ella misma me lo confesó, había sido muchas cosas en esta vida tan destartaladísima que llevo, y que, alg…
– Algún día, cuando tuvieseis más confianza — sigue el, como si recitara, como si estuviese repitiendo de memoria algo requetesabido —, si vuestra relación no se iba a pique como se habían ido a la mierda tantísimos otros buenos principios… ¡sí yo le contara!... ¿Verdad? ― Me pregunta él a mí, como queriendo significar “¿es cierto lo que digo o no lo es?” ― Pero que siguieras, con lo tuyo, con lo suyo, que no lo quiero entretener que ya tiene usted hoy bastante lío porque fue una tarde…, lo recuerdas bien ― asegura, apuntando a los papeles con su índice mientras habla ― muy complicada, de mucha tensión y enormes dificultades por culpa de un sombrero que no te salía.
– Un avión ― rectifico.
– ¿Un avión? ― Él.
– Sí — le contesto, y le explico que un avión sencillo, de principiante, uno de esos avioncitos que podría hacer hasta un niño.
– No sé… — y se me queda mirando parece no sé por qué pensativo, preocupado, diría, incluso, como si desconfiara no sabría yo decir si de mí o de su memoria.
–“¿No sé?” — yo, un poco picado — ¿Qué no sabes? ¿Qué hay que saber?
– Pues que… Pero no te mosquees, ¡joder!
– No; si no me mosqueo, pero es que… ¿Qué sombrero? No he hecho un sombrero en mi vida.
– Vale. No lo has hecho. No has hecho en tu vida un sombrero samurái. Pero no por eso hay que enfa…
– ¿Samurái? ¿Encima samurái con lo difícil que debe de ser un sombrero samurái?
– Difícil, sí — y parece de repente muy relajado, y enciende un cigarrillo, y sonríe y me guiña un ojo en un gesto que me sugiere complicidad, o invitación a entrar en un juego; pero…, ¿qué juego?
Y, sigue el hablando, mirando a cualquier parte con los ojos un poco entornados, diciendo que sí, que difícil, pero que no por eso hay que enfadarse, que es sólo cuestión de paciencia y que algún día lo conseguiré.
– ¿Tú crees?
– Estoy seguro.
– ¿No lo dices por animarme? Porque, yo, si he de ser sincero me siento muy…
– Eso debe de ser porque tal vez estés cansado — dice, bebiendo el último sorbo de cerveza.
Y se pone de pie y apagando el cigarrillo con una mano me cierra, con la otra la carpeta y, “anda, vamos a dejarlo por hoy”.
Vuelvo yo, también casi ya de pie, a abrir la carpeta para escribir continuará.
–Ah, ¿sí? — dice.
Y me da una palmada en la espalda. Y lo noto contento.
– Si — respondo, escueto. Un escueto y breve sí porque no quiero que sepa que, no sé por qué, parece que me siento más animado.
– ¿Mas animado?
– Que sí ¡Joder!
– Pues ponlo, que luego se te olvida.
Con su “¡joder!”, claro, también.
Y que el “continuará” también.
– Es que… — simulando resistirme un poco. Por hacerme un poquito el interesante.
Ni es que ni nada. Continuará y punto.
Y escribo
Continuará
Y, para que no me regañe, el punto también. Así:
.
Bien grande. Para que no diga que…
Comments
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.