About the work
http://valentina-lujan.es/R/y de un humor horrible vers.pdf
y de un humor horrible ― me sentí inclinado a imaginar a la vista de cómo entraba por la puerta sin besar a los niños, ni decir buenas tardes, y dando sí un portazo con los cabellos chorreantes y gruñendo “¡asco de lluvia¡” ―, a reconocer ni la estancia que debería serle tan familiar como la palma de su mano o como el par de adorables querubines a los que miró con extrañeza preguntado, dejándose caer sobre una silla, “¿y estos niños quiénes son?” para añadir, sin aguardar respuesta, que qué vida tan aperreada le había tocado vivir, y que si no había en aquella casa un poco de café, y “¡qué harta estoy!” y, a mí, que ya me podía ir largando porque detestaba, aborrecía, le daban cien patadas los tipos como yo…
Ah… Y que eso del par de adorables querubines ― “entérese cantamañanas cursi del carajo”, gritó ― y una mierda… “¡Pero, hombre, por favor!”.
Y que qué se habría creído este imbécil; es decir: yo.
Que habría sido una forma no menos airosa que cualquier otra de terminar pero yo, que siempre he sido un imbécil ― en eso ella tenía toda la razón de este mundo aunque en otras muchas cosas pudiera estar equivocada o por lo menos no poco confusa por culpa, entendí , del conflicto emocional en que se hallaba inmersa por causa de la tormentosa e ilícita relación que mantenía con aquel tipo maduro del traje azul, tan bien plantado ―, me quedé ahí, allí, con cara de tonto delante la puerta cerrada de un golpe y la garganta seca frente a él, que me mira con cara de no comprender porque, fuera por cualesquiera de las diversas variopintas circunstancias aleatorias que pudiéranse por ventura o desventura terciar o por cualquier otra que no acertase yo a prever, la continuación se negó a no discurrir por alguno de los cauces ...
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.