About the work
https://valentina-lujan.es/B/Casilla%2030.pdf
Las maletas (de invierno, de verano y de entretiempo), los largos de piscina (que quedaron un poco cortos, por lo visto; y sé que le dije “¡pero cómo que cortos si son unos largos larguísimo que tuve que sacar unos trozos grandísimos a la terraza que he pasado muchísimo frío con la puerta abierta!”; pero dijo que es que eran para una olimpiada o algo así, así que le hice una rebaja y tan contento que se fue el cliente, todo estupendamente hecho y terminado (que hasta tres cuartos de hora que no corrían prisa; pero vino la suegra de la vecina y ella no estaba y me tocó el timbre y que si me importaba si hacía un poco de tiempo mientras volvía y le dije bueno porque pobrecilla como viene desde tan lejos; aunque no me los hizo muy bien, algunos minutos le salieron de más de cien segundos y, encima, tardó dos horas) y, como encima del asunto del convento puedo ir desentendiéndome porque fue un proyecto que no cuajó (y que yo sabía, de sobra y de antemano, que no podía cuajar… pues porque no; porque una vida conventual y de tanto retiro y tanto rezo no la saca adelante cualquiera y, como yo le dije, “¿usted va a saber labrarme a mí un futuro en esto?”) y lo del Facebook no corre prisa porque la clienta no los necesita hasta su cumpleaños, pues ahí que estaba tan a gusto yo con mi cigarrillo y sin remordimiento y nada que hacer así que, si esas eran las posibilidades que la jugada ofrecía (seis, arriba) y empezada ya que me la estaba encontrando.
Así que busqué un dado que sabía yo que lo tenía en el cajoncillo de taquillón y lo tiré a ver qué deparaba la suerte y me salió un tres; así que eso era (que lo ve cualquier) el 33; que lo pongo aquí aparte y en rojo, a él solito en su archivo que le corresponde (que lo busqué yo y yo lo encontré), para que se vea bien.
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.