About the work
https://valentina-lujan.es/H/hazlotumisma.pdf
Por alguna razón que no aparece en el sueño y por tanto desconozco necesito salir de mi casa, pero, por alguna razón que tampoco aparece, la única forma de acceder al exterior es la ventana de la cocina.
El problema es que estoy en un quinto piso.
Decido saltar al patio de luces. Y salto. No es que me lance por la ventana, es que salto voluntariamente y como única posibilidad, sabiendo (tengo la certeza) que me haré un poco de daño pero que no voy a matarme.
Me noto caer, despacio. Estoy cayendo con mucha lentitud, en posición de pie, y no tengo ningún miedo.
Cuando llego al suelo me poso, con suavidad, como si fuese un pájaro.
Pero no estoy en el patio de luces sino en el patio al que se accede por la puerta de cristales y barrotes de hierro del fondo del portal.
Esa puerta está cerrada (siempre, en la realidad) con llave y la llave la tiene el portero.
Miro a través del cristal y a cada vecino (vecina, que todas las que van y vienen al otro lado son mujeres) le hago señas para que se acerque - quiero pedirle que busque al portero para que abra - pero o no me ven o no me hacen caso y siguen su camino.
Una mujer me hace caso, y se acerca, pero por señas me hace entender que no me oye y, con una llave que ella lleva, abre la puerta y cuando le hablo me contesta (no recuerdo las palabras) pero algo de que el portero no está o ella no sabe dónde.
Se marcha, sin volver a echar la llave, y yo empujo la puerta y me quedo esperando a que venga el portero (para abrir una puerta que ya está abierta).
Sólo después de haberla empujado me doy cuenta de que no hay ningún obstáculo. Que sólo tengo que cruzarla para entrar al portal que comunica, para mí igual que para todos los demás, con el exterior sin ninguna dificultad...
26 de julio de 2016
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.