About the work
https://valentina-lujan.es/S/sulabiosecondenso.pdf
porque Romeo siempre dejaba el pie en el aire un tanto incierto pero también, y para qué engañarse a aquellas alturas ― no teniendo, encima, ningún punto de referencia del que asirse ―, bastante de familia no muy bien avenida pero sí adornada aunque sin excesos ni perifollos ridículos ― de esos que dan, por otra parte, un toquecito tan gracioso a ciertas bisabuelas ― del punto de sensatez imprescindible para no ir dando, unas veces, un cuarto al pregonero y, otras ― pero esto nada más en el buen tiempo, cuando da gusto ir de gira y dormir al raso, mirando las estrellas ―, el espectáculo tan deplorable de perder el equilibrio y caerse con todo el equipo técnico compuesto, en su mayoría, por magníficos profesionales sobradamente competentes para desempeñar su labor e incluso las joyas pignoradas en algún momento de estrechez pero carentes, casi por completo todos ellos, de un sentido del humor que habría quedado tan fuera de lugar en una representación tan dramática.
30 de octubre de 2010
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.