About the work
https://valentina-lujan.es/A/anatemasdilet.pdf
Anatemas diletantes de concatenancias con salmodias para esfuerzo dorado de arterias circundando diatribas de dólmenes atesorarían, cuando el atardecer torciera el pavor de la cordura, planas de anzuelos edulcorados de estamentos que, al arrobo de un sinfín aun no implorado, cortarían, entre los asteriscos, el calor tan ajado y tan recio del apócrifo sacrificar de la estopa por el brillo tenaz, pero cerúleo, del constante ir y allanar el rubor con la sedienta media verdad que a todas tierras ronda – sin importar qué lastre algún denuedo – y devanar, después y ya en un amarillento ronco y sin perfume, glaciaciones de acentos que tendidos estrangulan, de reojo, detalles que se zanjaron al revuelo del plomo tan cargado de indolencia como veló por el azar de la amarga desmesura de una risa.
Pero se perdieron y llegaron – además de angulosos – sin astucia.
14 de marzo de 2015
Silogismos
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.