Sobre la obra
¿Alguna vez soñaste con tener un lugar secreto, solo tuyo, donde nadie pudiera entrar?
Eso mismo deseaba Tomás, que siempre debía compartir todo: la cama, los juguetes, hasta el último trozo de pan. En su barrio nunca había silencio ni rincones propios; todo era bullicio, risas, voces y objetos que pasaban de mano en mano.
Un día, siguiendo a un gato flaco y curioso, descubrió algo inesperado: una puerta oxidada escondida tras un muro con grafitis. Al empujarla, se abrió un mundo distinto. Detrás no había basura ni ruido, sino un huerto mágico, lleno de tomates rojos, fresas dulces y menta que perfumaba el aire. Por primera vez, Tomás sintió que algo era solo suyo.
Sin embargo, los secretos pesan. Y más cuando una amiga llega con hambre a la escuela, cuando un vecino busca en la basura o cuando una abuela repite frases que hacen pensar. El huerto no era solo un refugio verde: también parecía responder a sus pensamientos, floreciendo con la generosidad y marchitándose con el egoísmo.
En este cuento acompañarás a Tomás en un viaje donde descubrirá que algunos tesoros crecen cuando se comparten.
Prepárate: detrás de esta puerta de palabras también florece un huerto, y quizás una lección para tu propia vida.
Registrado en Safe Creative
| Código: | 2509133057571 |
|---|---|
| Fecha: | 17-sep-2025 05:28 UTC |
| Autor: | Xavier Dueñas |
| Licencia: | Todos los derechos reservados |
| Uso en IA: | No puede darse acceso a esta obra a sistemas de IA. |
Sobre el creador
“Recojo las grietas del mundo y las convierto en palabras que abrazan.”
Escribo para recordar lo que el mundo a veces prefiere olvidar. En cada relato intento nombrar a quienes no figuran en las estadísticas, rescatar la ternura en medio del desastre y hacer de la memoria un acto de cuidado.
Me interesa la literatura como forma de resistencia: relatos breves, densos de humanidad, inspirados en heridas reales pero escritos desde la compasión. Gaza, Bangladés, Chad, cualquier rincón del mundo donde aún se sostenga la vida sin ruido puede ser escenario de mis historias.
Trabajo con la palabra escrita como quien recoge escombros: no para reconstruir lo perdido, sino para preservar lo que sigue siendo digno.