Sobre la obra
http://valentina-lujan.es/oca/5paradel5al42.pdf
Y cuando quise reconocer honestamente y asumiendo toda mi responsabilidad ― no recuerdo si entre plato y plato o ya en el postre, aunque más me inclino a suponer que “entre plato y plato” porque como estaba atravesando una época de mucho trabajo apenas tenía tiempo de parar en la cafetería y había suprimido el postre ― que todo había tenido lugar en mi imaginación y sólo en mi imaginación y en ninguna otra parte y sin la intervención ― que yo supiese, al menos ― de nada ni de nadie más, estábamos frente a unos hechos consumados y ante una situación que no tenía ya vuelta atrás por más que todos los implicados se mostraran deseosos de colaborar y se ofreciesen, como se ofrecieron, a rectificar o desdecirse o hacer cualquier cosa — “lo que haga falta”, dijeron, y parecían sinceros — que posibilitase el que “nuestras vidas” se reencauzasen y adquirieran una cierta apariencia de verosimilitud que les confiriese el halo de respetabilidad con que los “seres racionales”— “porque racionales sí somos, ¿verdad?, aunque no del todo razonables” — anhelan perdurar en la memoria de las generaciones venideras.
Continuará)
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Que me pareció (o quise creer) que al pronunciarlo Sonia, que al decir Sonia “nuestras vidas” me estaba incluyendo; y eso me reconfortó porque representaba un punto de esperanza o, al menos, un clavo ardiendo al que agarrarme para poder, una vez llegado el momento (aún tan lejano, desde luego, y tan difícil de imaginar sin más referencias que lo que la fe de otros alcanzó a con mayor o menor acierto inculcarnos) de rendir cuentas ante el Sumo Hacedor de mis pequeños actos, aducir aunque fuese sin toda la convicción y la voz un poco temblorosa, que no todos los errores, ni todos los desajustes, podían ni debían en justicia imputárseme.
Y emitió Sonia, al preguntar, una risita nerviosa; mordisqueándose el labio inferior como temerosa de haber hecho una afirmación descabellada.
O regresaré – si es que soy capaz de encontrar el camino de vuelta – a mi casa, con Indalecio, y una vez allí y sin el inconveniente de
tener que fregar los cacharros del desayuno ni sacar la ropa de la secadora, que para eso me he decidido a contratar una asistenta, dedicaré la velada a organizarme y seleccionar de entre todos los borradores que tengo empezados el que vea yo con más posibilidades de satisfacer el gusto tan exigente de mi amigo.
Comentarios
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.