About the work
https://valentina-lujan.es/trans/Quedemoniospodia.pdf
Bueno, pues no sabemos, pero un destornillador...
¿Qué estábamos diciendo? Ah, ya; que para coger la pinza de la ropa con que sujetar el estor averiado del cuarto de estar y poder así abrir la ventana… Pero tampoco vamos a extendernos en eso porque, nos figuramos, quien más quien menos ya cuenta con sus trucos propios para abrir sus ventanas.
Además, la ventana la terminábamos de cerrar; así que, la pinza…
Bueno, mira: es igual.
El caso es en resumidas cuentas que fuera por la razón que fuese buscábamos algo y derramamos, sin quererlo, la copa de algún néctar repuntado que nuestra memoria se obstinó en despertar como ambrosía…
Así: sin esperarlo.
Y la dejamos hacer, a la memoria.
La dejamos hacer sin darnos cuenta de que, pasado el tiempo, recordando, y recriminándonos los unos a los otros con fuiste tú, acuérdate, lamentaríamos en lo más profundo de nuestros corazones haberle dado una libertad que ya veríamos, y vimos, si no nos terminaba acarreando algún que otro disgusto porque, y eso lo sabíamos todos, la memoria es tan voluble, tan inconstante, tan burlona y, a veces y si se le pone a tiro, tan malvada o, si se la contempla con benevolencia, inconsciente que, por jugar, simplemente por divertirse o confundir, se disfraza, de risas o de lágrimas, y se nos muestra, así y a su antojo ataviada, portadora de ensueños o de horrores, o de errores que, no siendo ya posible reparar, nos mortificarán por el resto de nuestras vidas cuando, de haber sido un poco, sólo un poquito más severos, menos complacientes con ella, hubiesen dormido un sueño eterno del qué ¿por qué los tuvisteis que despertar?
Nadie sabrá, naturalmente y con esa naturalidad tan inocente con que se suelen ignorar las propias culpas, o las culpas ajenas, dependiendo del momento y del lugar en que guardásemos el dolor o el gozo que causara aquel objeto, aquella palabra, que, al tenerlo entre las manos o al pronunciarla, desencadenará la tempestad que va a pillarnos, por sorpresa y a cielo abierto, ahora, aquí, encerrados entre remordimientos y pesares, sin un triste paraguas de justificaciones que puedan redimirnos, allí, entonces, de un después que se perdió, irremisiblemente, hace ya tanto.
Shown in
Creativity declaration
100% human created
Declaration Date:
Apr 18, 2024, 10:58 AM
Identification level:
Low
Fictional content
Declaration Date:
Apr 18, 2024, 10:58 AM
Identification level:
Low
Print work information
Work information
Title ¿Qué demonios podía ser lo que estuviésemos buscando en aquel puñetero momento que, ahora, justo cuando lo que nos ocupa es encontrar una respuesta satisfactoria a la engorrosa pregunta de quienes somos, se nos viene a la cabeza para, de manera tan inopor
https://valentina-lujan.es/trans/Quedemoniospodia.pdf
Bueno, pues no sabemos, pero un destornillador...
¿Qué estábamos diciendo? Ah, ya; que para coger la pinza de la ropa con que sujetar el estor averiado del cuarto de estar y poder así abrir la ventana… Pero tampoco vamos a extendernos en eso porque, nos figuramos, quien más quien menos ya cuenta con sus trucos propios para abrir sus ventanas.
Además, la ventana la terminábamos de cerrar; así que, la pinza…
Bueno, mira: es igual.
El caso es en resumidas cuentas que fuera por la razón que fuese buscábamos algo y derramamos, sin quererlo, la copa de algún néctar repuntado que nuestra memoria se obstinó en despertar como ambrosía…
Así: sin esperarlo.
Y la dejamos hacer, a la memoria.
La dejamos hacer sin darnos cuenta de que, pasado el tiempo, recordando, y recriminándonos los unos a los otros con fuiste tú, acuérdate, lamentaríamos en lo más profundo de nuestros corazones haberle dado una libertad que ya veríamos, y vimos, si no nos terminaba acarreando algún que otro disgusto porque, y eso lo sabíamos todos, la memoria es tan voluble, tan inconstante, tan burlona y, a veces y si se le pone a tiro, tan malvada o, si se la contempla con benevolencia, inconsciente que, por jugar, simplemente por divertirse o confundir, se disfraza, de risas o de lágrimas, y se nos muestra, así y a su antojo ataviada, portadora de ensueños o de horrores, o de errores que, no siendo ya posible reparar, nos mortificarán por el resto de nuestras vidas cuando, de haber sido un poco, sólo un poquito más severos, menos complacientes con ella, hubiesen dormido un sueño eterno del qué ¿por qué los tuvisteis que despertar?
Nadie sabrá, naturalmente y con esa naturalidad tan inocente con que se suelen ignorar las propias culpas, o las culpas ajenas, dependiendo del momento y del lugar en que guardásemos el dolor o el gozo que causara aquel objeto, aquella palabra, que, al tenerlo entre las manos o al pronunciarla, desencadenará la tempestad que va a pillarnos, por sorpresa y a cielo abierto, ahora, aquí, encerrados entre remordimientos y pesares, sin un triste paraguas de justificaciones que puedan redimirnos, allí, entonces, de un después que se perdió, irremisiblemente, hace ya tanto.
Work type Literary: Other
Tags transgresiones, prosa
-------------------------
Registry info in Safe Creative
Identifier 2404187681218
Entry date Apr 18, 2024, 10:58 AM UTC
License All rights reserved
-------------------------
Copyright registered declarations
Author. Holder La camarera de siempre. Date Apr 18, 2024.
Information available at https://www.safecreative.org/work/2404187681218-que-demonios-podia-ser-lo-que-estuviesemos-buscando-en-aquel-punetero-momento-que-ahora-justo-cuando-lo-que-nos-ocupa-es-encontrar-una-respuesta-satisfactoria-a-la-engorrosa-pregunta-de-quienes-somos-se-nos-viene-a-la-cabeza-para-de-manera-tan-inopor