Abro los ojos con la sensación de haber dormido más de la cuenta. Cuando miro el reloj compruebo que en realidad no es una sensación. ¡Me he dormido! No sé si porque no puse el despertador anoche o sencillamente lo he apagado estando dormida. Es un fastidio que sea precisamente hoy que tengo una entrevista a las nueve y ya son las ocho. Ya puedo espabilarme o no voy a llegar a tiempo; adiós a la oportunidad de repasar la lista de preguntas.
Si siempre es conveniente ser puntual en este caso es