Todavía no había amanecido completamente pero el cielo empezaba a clarear en el horizonte, anunciando el comienzo del día. A pesar de que era muy temprano, el movimiento iba tomando las calles perezosamente. Los barrenderos se afanaban en barrer las calles, los carros de la basura hacían su recorrido matutino y los repartidores de prensa lanzaban con fuerza los periódicos que caían con precisión en los portales. Lentamente, la ciudad iba cobrando vida y el bullicio invadía las plazas y avenidas.