¿Puede uno escuchar su corazón romperse? A pesar del ruido a mi alrededor, de la música, las voces, el jolgorio, yo podía escuchar cómo se iba resquebrajando a cada paso que me alejaba de aquella habitación. En mis oídos retumbaba aquel crujido atronador, que se parecía tanto a la fractura del hielo de un glaciar. Era un sonido devastador, imparable, potente, una escalofriante advertencia de que aquel enorme trozo de hielo iba a romperse, y nada ni nadie podría impedirlo. Sí, hielo. Porque ver a
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El corazón parecía que iba a saltar fuera de mi pecho, pero no era nada malo, darle una sorpresa a mi novio nunca podría serlo. En vez de regresar al campus el domingo como tenía previsto, estaba haciéndolo el sábado por la noche. Mis pies volaban mientras me acercaban al edificio de los Omega Zeta Phi, la fraternidad de Ray. Si mi antiguo profesor de educación física me viese en ese momento esquivando a la gente que abarrotaba la calle, seguro que me habría puesto un sobresaliente. No solo esta
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Jade Una reunión de primas no debería ser algo fuera de lo normal, pero esta lo era. ¿Por qué lo digo? Pues porque todas estábamos esperando para nuestra ecografía rutinaria. Cuatro familiares sentados en los sillones de una consulta ginecológica esperando su turno. Y sí, he dicho cuatro. —Si llegamos a planificarlo, seguro que no nos sale tan bien —argumentó Nika. Su tripa era la más grande de todas, pero con aquella ropa que había diseñado, y el ajuste a sus medidas, la hacían parecer una mode
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Jade Lo bueno de estar embarazada es que me retiraron las guardias, algo que no sucedió porque fuese familiar de los dueños, sino que es un beneficio para todas las trabajadoras. Lo malo, es que seguía con las náuseas. ¿He dicho que las odio? Pues es así. El único momento del día en que no tengo ganas de vaciar el estómago es cuando lo estoy llenando. Ando todo el día con un caramelo en la boca, y eso no es muy profesional cuando tienes que entrevistarte con un paciente. Menos mal que en casa po
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Leo Golpeé dos veces en la puerta del director ejecutivo del hospital. Entré en cuanto me dieron permiso, que fue casi de forma inmediata. —Hola. —Eché un amplio vistazo a la habitación. No solo estaba Viktor sentado en la mesa de reuniones, había que sumarle a Anker, Andrey y a mi padre biológico; Nick. Los tres hermanos Vasiliev. Si estaban juntos, la cosa tenía que ser importante, o eso pensé. —Dimitri ya te ha mantenido al tanto sobre cómo va el asunto con tu tío Magnus. —Andrey no me dejó n
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Leo Giré alrededor de Jade, comprobando que el chaleco de protección cubriera todo su abdomen. Se suponía que la prueba del TC cardíaco no emitía ningún tipo de radiación nociva para nuestro bebé, pero todas las pruebas tienen su parte de peligro, así que cualquier precaución me parecería poca. No pensaba dejar que Jade y nuestra pequeña corriesen ningún riesgo. O al menos lo intenté, porque mi primera opción fue negarme en rotundo a que ella entrase en la sala del TC. Pero claro, ella es cabezo
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Jade —Necesito vacaciones —se quejó Sheila. Estaba sentada frente a mí en la cafetería, mas centrada en el ligero bronceado de mi piel, que en el muffin de chocolate que permanecía a medio comer junto a su café. —Solo ha sido una escapada de 5 días. Puedes tomarte un descanso como ese cuando quieras. La costa no está tan lejos. —Y no, un bronceado conseguido junto al mar no tenía el mismo brillo que el que se consigue en el interior. —¿Tienes idea lo difícil que es hacer encajar mi agenda con la
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Leo Celos. Nunca pensé que me sentiría así. Tenía celos, sí, pero no de otro hombre. No me comprendía, me sentía celoso de un puñetero burrito, o lo que fuera eso que cocinaban en esa foodtrack. “El rancho rodante” se había convertido en el destino favorito de Jade desde el primer día que pusimos un pie en Miami. Sí, vale, aquel pollo estaba de muerte de bueno, pero de ahí a que tu mujer gimiera y diera gracias a Dios con cada bocado, ¡y en público!, no le hacía ninguna gracia a mi ego. —Mmmm, ¡
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