Motivos de vivir. Vivir por vivir sería un insulto para nuestro pecho si lo privamos de esculpir en el pensamiento los suspiros, escalofríos y todo torrente de sensaciones causados por caricias y besos. Vivir por vivir sería negarle a nuestro cerebro almacenar imágenes sinuosas y universos guardados en unos bellos ojos, creando un vacío ocupado por la amnesia. Vivir por vivir, seria quitarle a mis manos el motivo para escribir poesía con alas que desean aterrizar en los oídos de una hermosa dama. Compartir la vida contigo me ha enseñado que vivir es entregar un largo beso y recibir como pago un te quiero. Vivir es escurrirme por todo tu cuerpo sintiendo la humedad de tu piel. Vivir es entregarte mi voluntad, arriesgarme a que tritures mi corazón solo para obtener un te amo entre gemidos. Vivir es saborear la vida a través de tu boca, beber lentamente el elixir de la vida que ahí se produce, vivir es simplemente… entregarte mi vida.

El amor es eterno. Un suave sentimiento penetra el corazón, en el interior, sobre el alma se derrama el amor, claramente queda comprobado que el amor es infinito. El amor no tiene fin, nunca termina, el alma tiene un suave hermetismo donde el amor nunca se fuga y es eterno. El amor es grandioso o más bien, diría grande, y a pesar de todo cabe en envases tiernos y pequeños. El amor brota por los ojos a veces acompañado del silencio, inunda otros corazones liberando el brote de los sueños. El amor no tiene mascaras su identidad siempre queda al descubierto, el amor nunca finge, es verdadero, no es material, solo se hace sentir, es puro, la herrumbre del rencor no lo posee. El amor vuela nunca se desvanece, altera la química del cuerpo, de la razón se apodera y en el corazón se aposenta. El amor se incrusta en todas partes, en la música vibra, en la pintura nos muestra su presencia, en la poesía, nos comparte el deleite de su dulzura.

Toda fantasía es posible. Un súbito verano despierta, manos bebiendo de una voluptuosa simetría nuevamente sienten el relieve de un suave tegumento como si fuera ayer. Las manos realmente no imaginan, senderean por tiempos silenciosos sobre suaves y perfumadas lozanías; espejismos fulgurantes se manifiestan en el horizonte. El pecho cierra sus puertas, al ensancharse se le prohíbe la salida a un suspiro, el corazón siente un vacío en sus ventrículos, un nudo aprisiona la garganta e impide un nombre. Un aroma supera al silencio cuando el olfato aspira del recuerdo, la algarabía de la vida pasa de largo sin ser escuchada. Dócil atardecer cual tierno cordero dibuja en el horizonte la nostalgia nacida de un adiós sin palabras. La noche se lleva el día, la certeza bosteza, la ambigüedad crea lo posible, los sueños se desatan y el dulce verano transmuta en fantasía posible.

Desfragmentando mis emociones Cierro mis ojos permitiendo que mi imagen brote desde dentro, sin cicatrices, sin mentiras, con realidades impensables. Me desarmo pieza por pieza, diluido en el interior de mis pulmones aun esta la pureza del suspiro adolescente que absorbió la estela aromática de una bella y dulce doncella. En el torrente purpura aun corre la vehemencia en las palabras que nunca fueron pronunciadas y cabalgando sobre de ellas la duda de la posible respuesta. Incluso en el estomago viven las intensas mariposas que revoloteaban ante la sensación provocada por la princesa que fustigaba mi corazón. Enredados quedaron los latidos de mi corazón, uno a uno voy desenredando, sus ventrículos metódicamente desarmo, existen daños por pesares y cataclismos, sin embargo, las cicatrices se han borrado. Todo mi interior es traslucido nada queda encubierto mi alma dejo expuesta, mi cuerpo…la materia es solo el envase que la contiene; conforme el tiempo va pasando todo lo tangible su valor va perdiendo, precisamente el tiempo, es lo más valorado. Al abrir los ojos la hermosura del silencio termina, cierro las grietas en mi cerebro y suavemente apago los recuerdos; todo dentro de mí, de la realidad lo protejo, no de toda, solo de aquella que altere el sueño que estoy viviendo.

Un minuto de sublime espera. El amanecer deshace el velo de su somnolencia, tras cuatro paredes la soledad lo acompaña, a su mente viene la primer mirada que lo sorprende siempre por las mañanas, hoy esos ojos partieron temprano sin dejar recado. Se filtra un rayo de luz matutino por la ventana, en su imaginación inventa una sublime fantasía y la ubica por un momento siéndole infiel con el espejo. Se ha dado cuenta cómo le ha mostrado ese lunar que tanto le gusta y al deslizar su vestido favorito se dio tres vueltas para presumirle su cuerpo. Pero el, muy bien sabe, que derrocho ternura al tomar su camisa para regalarle un largo suspiro al aspirar de ella su fragancia, humedeciendo sus labios con el beso que a su regreso untará en su boca. Luego, al volver, ella de sus labios le ofrece beber su dulce elixir; al calmar lentamente su sed la mañana se consume y el ocaso revive. No importa si el espejo la contiene, solo es su lado inexistente el que tiene, en sus partidas matutinas ella plasma el testimonio del deseo, entre más larga su ausencia menos la posibilidad de una despedida y eso, es como estar suspendido al borde de un minuto en el cual siempre existe la promesa de volver para rescatar de su ausencia los sueños que dejo abandonados.

Resurrección de sentimientos antiguos. Existen riquezas cubiertas por océanos de letras, tesoros invaluables que ninguna esmeralda rubí o diamante lo supera en su valor y belleza. En un cofre un tesoro guardado ahí por el tiempo nuevamente da vida a un ángel que al partir de la tierra recupero sus alas. Joyas sublimes y hermosas proyectan su brillo al abrir las tapas del cofre que las contiene, hermoso brillo, solo captado por el alma y corazón y no por los ojos. Ningún tesoro en el mundo podría ser capaz de contener tanta belleza, belleza forjada por Dios desde dentro de un gran ser y al surgir entre jeroglíficos antiguos pudo ser conservada. Hermoso y bello ser que después de superar años de ausencia ha logrado dominar al tiempo para volver a repartir su amor a través de sus bellas palabras. Al quitar la cobija del tiempo, sublimes memorias plasmadas vuelven a obtener su dulce voz, ninguna lagrima puede evitar saltar al vacío, toda alma queda avasallada ante tanto sentimiento. Voz serena resuena en los adentros de quienes deslizan su mirada por tan grandioso tesoro. Al ser traducida tan bella caligrafía moldeada con diestra mano el amor se perpetua y no queda inconcluso el sentimiento cedido a esa bella joya. Ya son muy escasas esas manos, manos que reparten armonía en bella escritura antigua que en capsulas del tiempo dejan su huella de amor mismo que proyecta su sublime belleza. No importa la fugacidad con la que se plasma un sentimiento, si el sentir que se transcribe es puro y sublime el tiempo permitirá que sea eterno.

Sentimientos expresados con silencios. Y si las miradas fueran palabras? que grandiosos serían los silencios, nunca se podría negar un sentimiento pues las miradas no mienten. Cada parpadeo sería un secreto que el alma grita, invitando con silencios coincidir en una mirada. Al impacto de miradas el alma siempre abriría sus ventanas exponiendo el barullo de su belleza y atrayendo la paz de un silencio expuesto. Las miradas perdidas serían las más buscadas para ser leídas, cuantos ojos se desnudarían de esos sublimes secretos escondidos. Los ojos cerrados esconderían grandes misterios y por las mañanas al abrirse dejarían al descubierto un bello mundo de dulces deseos. Si las miradas fueran palabras, la soledad sería una bella compañía cuando el fulgor del recuerdo encienda la luz en las pupilas, expandiendo así la belleza del silencio. De las miradas no salen palabras, sin embargo, abducen al cuerpo de la realidad permitiendo la copulación de los labios.

Y eso era la poesía. Al pregón nostálgico de la lluvia un suspiro lanzo un conjuro sobre los sueños que migraron para que devuelvan sus ecos. Se presenta entre trémulas gotas la nostalgia, pulveriza al pasado y el eco hecho imagen se hace presente. Se reescribe la historia, no existe pluma alguna solo la película corre, muda, sin letras, sin puntos, sin comas, solo el sentimiento que la inspiro. A veces lo común desvía nuestra atención, pasa a nuestro lado el sentimiento que inspiramos, somos poesía y no lo notamos luego, al paso del tiempo buscamos al autor y como ciegos, creamos las formas que en algún momento fueron inadvertidas. Yo quería escribir poesía, ese era mi sueño y la poesía se paseaba siempre buscando mi mirada. Y…se sigue paseando cada que el pregón de la lluvia recibe el conjuro lanzado por un suspiro.