Miles de obras estadounidenses cruzarán una frontera legal decisiva: dejarán de estar protegidas por derechos de autor para pasar al dominio público. A partir del 1 de enero de 2026, las obras publicadas en 1930 y las grabaciones sonoras fijadas en 1925 se podrán copiar, reutilizar, adaptar y compartir libremente. El cambio afecta a clásicos de la literatura, el cine, la música y las artes visuales. Cada 1 de enero se celebra el Día del Dominio Público, cuando expiran de forma automática los derechos de autor de las obras publicadas 95 años antes y de las grabaciones sonoras que cumplen un siglo. Jennifer Jenkins, directora del Centro para el Estudio del Dominio Público de la Universidad de Duke, institución que elabora desde hace más de una década un listado exhaustivo de las obras liberadas, ha destacado el valor excepcional de la colección 2026 definiéndola como su «favorita hasta el momento», informa NPR.
Relatos y personajes que pasan a ser de todos
En el ámbito literario, 2026 trae la liberación de obras fundamentales del siglo XX. Entre ellas Mientras agonizo, de William Faulkner; El halcón maltés, de Dashiell Hammett; y Muerte en la vicaría de Agatha Christie. A estos títulos se suman clásicos de la literatura infantil como La pequeña locomotora que sí pudo, de Watty Piper; o Dick y Jane, de William S. Gray, junto a textos de figuras históricas como Sigmund Freud y Winston Churchill. Como señala IndieWire, «al alejarnos de los textos de principios del siglo XX, vemos cada vez más novelas e historias con una perspectiva contemporánea», lo que facilita su reinterpretación por las nuevas generaciones.
También pasan al dominio público personajes icónicos de la cultura popular. Es el caso de la Betty Boop original y la primera versión del perro Pluto creada por Disney. Para Jenkins, estos personajes reflejan la «identidad cultural» de sus respectivos estudios. Mientras Fleischer apostaba por un estilo urbano, sofisticado y sensual, Disney se inclinaba por una estética más rural e inocente. A ellos se unen las tiras cómicas de Blondie y Dagwood y cortos animados de Mickey Mouse.
Cine y música sin restricciones
El cine ocupa un lugar destacado entre las obras liberadas. Películas como Animal Crackers, protagonizada por los Hermanos Marx; Sin novedad en el frente, referente del cine antibélico; Cimarrón, ganadora del Oscar a la mejor película de 1931; El ángel azul y Marruecos, que consolidaron la fama de Marlene Dietrich; o Anna Christie, la primera película sonora de Greta Garbo, podrán exhibirse y difundirse sin limitaciones.
Muchas de estas cintas se rodaron antes de la implantación del Código Hays en 1934, lo que explica su mayor libertad temática y sexual. En el terreno musical, entran en dominio público las composiciones (letra y partitura) de canciones emblemáticas como I Got Rhythm o Georgia on My Mind, pilares del jazz y de la música popular estadounidense. En las artes visuales, también se liberan obras de autores como Piet Mondrian y Paul Klee.
Impulso a la creatividad
El dominio público no solo facilita el acceso gratuito al patrimonio cultural, también fomenta la bajada de precios, la aparición de nuevas ediciones, la digitalización de obras deterioradas y la creación de adaptaciones, remezclas y reinterpretaciones. Para Jenkins, constituye una «fuente viva de creatividad y memoria cultural» que permite a cada generación dialogar con el legado que hereda.
El caso de España
En España, el 1 de enero también supondrá la liberación de las obras de 154 creadores al cumplirse 80 años desde su fallecimiento, según la Biblioteca Nacional (BNE). Entre los nombres más destacados figuran la bailarina La Argentinita, el pintor Ignacio Zuloaga, el científico Blas Cabrera y el médico Mariano Gómez Ulla.
Fuentes: Universidad de Duke, NPR, IndieWire, BNE.

