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La plataforma musical Kobalt busca nuevos talentos

  • Kobalt Music Group lleva 25 años revolucionando la música digital con su algoritmo para que los artistas, sobre todo los independientes, cobren hasta el último céntimo de los royalties que le corresponden. 
  • Hace unos meses lanzaron Kosign, un innovador marketplace pensado para que artistas emergentes puedan dar sus primeros pasos bajo el paraguas de la compañía. 

Aunque la cifra pueda parecer disparatada, Google considera que en el mundo hay alrededor de 75 millones de músicos profesionales o semiprofesionales. Es decir, que aproximadamente uno de cada 100 terrícolas canta, rasga la guitarra o aporrea el piano. Es más, un alto porcentaje de este verdadero ejercito de esforzados reclutas del pentagrama tiene al menos un tema propio colgado en internet. En 2014, eso se tradujo en 1,7 millones de nuevos lanzamientos y la aparición de al menos 3.000 nuevos «artistas» diarios.  

Por supuesto, no todos caben en los canales de distribución digital más populares. Spotify estima que, entre su censo de casi 11 millones de artistas y bandas, solo un 19% superan las 1.000 escuchas mensuales, menos de 235.000 son profesionales en activo con diez o más canciones y apenas 53.000 generan un mínimo de 10.000 dólares anuales en la plataforma. Es decir, que por mucho que la digitalización del negocio haya disparado la oferta de música, la mayoría del pastel se lo siguen repartiendo unos pocos: se calcula que el 3% de los artistas más populares concentra el 50% de los ingresos por reproducción directa. 

Comercio justo 

Ya en 2000, Willard Ahdritz, un saxofonista de jazz sueco que había optado por la autoedición después de años ganando cantidades irrisorias con sus contratos discográficos, creó una plataforma para impulsar un reparto más equitativo de los ingresos de la música en formato digital. Para Ahdritz, se trataba de combatir desde la trinchera de los artistas contra el régimen de oligopolio creado por tres grandes compañías (Universal, Sony y Warner, que juntas aglutinan el 67% del negocio) y tres plataformas de distribución (Spotify, Apple Tunes y YouTube). 

En opinión de este esforzado pionero, los grupos independientes generan mucho más dinero del que reciben. El problema, siempre según Ahdritz, es que las compañías que controlan el cotarro no tienen un criterio transparente de control de escuchas y reparto de royalties, de manera que pagan generosamente a sus clientes VIP en detrimento de todos los demás. Así nació Kobalt Music Group, considerada por su creador «la discográfica independiente más grande del mundo».  

Durante años, Kobalt propuso a los artistas una alternativa eficiente a la autoedición y a los contratos estándar de cesión universal de derechos. Bastaba con que pusieses la explotación de tus canciones en sus manos sin por ello renunciar al copyright. Tal y como explicaba la revista Wired en un artículo de 2015, Kobalt, haciendo uso de un potente algoritmo de rastreo, se aseguraba de que cobrases hasta el último céntimo que te correspondía cada vez que tu música sonaba en una plataforma de reproducción online, un pub, un espectáculo deportivo, una serie de televisión o un concierto. 

Es decir, el trabajo que la industria tal vez haga con escrupuloso celo para Taylor Swift, Bruno Mars o Justin Bieber, pero no para los artistas independientes, lo hacía Kobalt para cada uno de sus asociados. Más aún, su portal ofrecía todo tipo de herramientas de trazabilidad. Tal y como explicaba Skrillex, uno de los primeros artistas ilustres de su catálogo, «gracias al invento de Willard, ahora sé que mi música es mucho más popular de lo que pensaba en Escandinavia y que un tema mío, Raise Your Weapon, suena mucho en Australia». 

Kobalt, además, fue pionero en un reparto de royalties 80/20 a favor del artista que apenas tenía precedentes en el negocio digital, menos aún aplicado a artistas independientes. Aunque Ahdritz se había propuesto sobre todo hacer negocios con la clase media de los artistas profesionales, los que podían aspirar a ingresos de entre 25.000 dólares anuales y medio millón, fue tal el éxito de su iniciativa que acabó captando a clientes como Paul McCartney, Nick Cave, Foo Fighters, Cardi B, The Weeknd o Marshmello. En los últimos años, la empresa ha tenido un éxito que le ha permitido llegar a acuerdos tan lucrativos como el alcanzado con Sony en 2021: 430 por su servicio de gestión de derechos. 

Tengo un trato 

Pero todo eso pertenece al pasado. Si algo ha demostrado Kobalt es su capacidad para seguir creciendo al tiempo que redefine de manera sutil su modelo de negocio. La nueva iniciativa de Kobalt es Kosign, una plataforma de captación de nuevos talentos a los que, una vez más, se ofrece transparencia y un trato justo. Si eres un artista musical independiente, un productor o un escritor de canciones que no encuentra la manera de obtener unos ingresos razonables por su obra, Kosign te ofrece una vía alternativa. 

Basta que entres en su portal, te identifiques, proporciones un enlace a tus canciones y hagas una solicitud de colaboración. Tu propuesta será valorada y recibirás una respuesta en menos de 48 horas. Si Kobalt Music Group cree que puede ayudarte (o, dicho de otra manera, si considera que tienes un potencial y vale la pena hacer negocios contigo), pondrá a tu disposición el mismo software de rastreo de reproducciones de royalties que contribuyó a hacer a Paul McCartney aún más rico de lo que ya era. Además, pasarás a formar parte de un marketplace de música independiente que se lanzó hace apenas tres meses y cuenta ya con un catálogo de 12.000 canciones. 

Tal vez no sea el contrato discográfico con el que soñabas, pero sí una opción más que razonable para empezar a abrirte paso. Mejor, probablemente, que lanzarte al estanque de pirañas que es el negocio de la música digital sin padrinos ni garantías de ningún tipo. 

Miquel Echarri
Miquel Echarri
Periodista cultural. Ha dirigido o coordinado revistas en varios grupos editoriales y escribe artículos sobre cine, tecnología, arte, ocio o tendencias en diversos medios.

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