Dedicarse a la producción audiovisual no solo requiere creatividad, también hay que conocer bien la legislación sobre propiedad intelectual. Te animamos a coger papel y lápiz porque vamos a desvelar los errores que debe evitar un productor audiovisual, desde el punto de vista legal, para llevar a buen término un proyecto.
El primer error es no dar la relevancia adecuada a la protección de la propiedad intelectual. Es imprescindible firmar un contrato con los titulares de los derechos donde quede claro qué derechos se ceden, en qué condiciones y archivarlo de forma adecuada. No es buena idea reclamar más derechos de los necesarios, ni adquirir derechos insuficientes y, por supuesto, hay que descartar no firmar un contrato por existir una relación de confianza entre las partes.
Un segundo error está relacionado con la protección del derecho a la propia imagen, sobre todo, si en la obra aparecen figuras públicas. Igual que en la propiedad intelectual, se requiere firmar un contrato y la autorización del titular para poder utilizar la imagen de una persona.
La tercera equivocación más habitual es no revisar los materiales que se incluyen en la obra audiovisual. Durante la fase de documentación se recaban fotografías o videos que acaban incorporándose a la obra y lo correcto es obtener los derechos propiedad intelectual y de imagen necesarios para poder utilizarlos.
Otro descuido con consecuencias indeseadas es no realizar un seguimiento del cumplimiento de los contratos. Esto suele derivar en duplicidades, aumento del presupuesto o de muchas horas de postproducción para salvar el proyecto. Una situación que conlleva largas negociaciones y, a veces, termina en juicio.
Y ahora sí, apunta nuestras recomendaciones para desempeñar con éxito el rol de productor audiovisual. Como primera medida, realiza un inventario de los activos protegidos que se incluirán en la producción y asegúrate de que todos cuentan con licencias o cesiones válidas.
También debes confirmar que los contratos delimitan los derechos de explotación cedidos, su alcance temporal, geográfico y de medios huyendo del lenguaje técnico para que quede clara la relación y voluntad de las partes. Trabajar con un equipo legal que gestione los contratos en las fases iniciales del proyecto es una buena opción.
Asimismo, es aconsejable establecer las medidas a tomar si hubiera que aumentar el presupuesto. Y, por último, fijar los plazos y los mecanismos para resolver posibles conflictos.

