About the work
https://valentina-lujan.es/Y/ycomoestavez.pdf
que echó a andar, yo, maquinalmente, sin pensar, me puse también de pie para lo que imaginé sería algo tan sencillo como caminar tras ella…
̶̶ Hoy viene solo ―la camarera, no preguntando esta vez, al tiempo que depositaba sobre la mesa el café―. Al fin se ha resuelto usted a venir sin su…
̶̶ ¿Al fin? ―volví a sentarme, mirándola (creo recordar) no poco desconcertado― Es la primera vez que vengo aquí.
̶̶ Le podría decir que llevo siglos esperando que sucediese; pero sería un tópico y además…
̶̶ Y además es posible que hasta imposible ―repliqué, rasgando el sobrecito del azúcar―. Termino de decirle que es la primera vez que vengo aquí.
̶̶ Ya, es justo lo que iba a decir pero usted no me ha dado tiempo a terminar la frase… ¡Es tan habitual decir “siglos” para todo! Pero usted parece hoy un poquito alterado ¿No? Aunque eso desde luego no es asunto mío… Así que, intentaba decirle ―mientras hablaba se apoyaba con la mano derecha en la esquina del respaldo de mi silla, y con la izquierda se apartó un mechón de cabello que le caía sobre la cara―, no diré cuánto ¡Pero por Dios escriba pelo, mechón de pelo! Que menos mal que no está el jefe, tengo orden de llevarlo recogido ¿sabe?, pero como no me ha dado tiempo… Además, y si quiere usted que sea sincera, no lo sé, no sé cuánto; a lo más que alcanzo es a suponer que años, unas cuantas décadas, y pocas, como mucho… Aunque también lo podemos reducir, a juzgar por mi aspecto, supongo, que creo… o querría creer, pero no me atrevo porque no tengo toda la seguridad de este mundo de conocerme bien, me gustaría cuidar para presentarme, pues, eso, presentable, pero con tantas prisas… Así que, si le parece y usted tiene sin duda que saberlo, va a quedar mejor a lo mejor, déjelo en meses, o en semanas, o incluso en segundos… ¡Qué más da cuando el tiempo es una cosa tan!
Y se dio media vuelta y se alejó, a pasos largos e insonoros que me indujeron a pensar que los tacones no eran de ella…
̶̶ Tacones ―Encaminándose a recoger unas mesas que se habían quedado vacías―. No creo que ninguna camarera lleve tacones, que tengo la idea de que este trabajito que me ha caído en suerte es muy cansado. Pero ―Había colocado en la bandeja cinco servicios de café vacíos, siete botellines de cerveza y los correspondientes vasos (seis de ellos vacíos también y uno mediado), una tetera, un platito con una raja de limón, tres platos (con restos dos de ellos de croissant y uno con un trozo de tostada) y unos cuantos cuchillos, tenedores y cucharillas― usted mismo, si le parecen tan importantes los detalles que, ya puestos ―y contó, en voz alta―, tres cuchillos, tres tenedores y cinco cucharillas… No, mire, cuatro, que alguien ha debido de mangar una ¿Sabe usted que hay gente que roba cucharillas? Pero ya le digo, usted mismo y si no quiere asumir la responsabilidad háblelo con mi jefe, que de los tacones no ha dicho ni palabra… Y ahora vas a ver cómo se me cae todo, sin haber ensayado y tan cargada que, menos mal, creo que será nada más hoy y, luego, adiós muy buenas.
̶̶ ¡Espere! ―Me había puesto de pie y dado unos pasos hacia ella, con intención de ofrecerme a ayudarla a la vista de que en efecto se manejaba no muy bien con la bandeja.
̶̶ Ah, ni pensarlo. En esta vida cada uno ha de cumplir su cometido y por el momento este es el mío. Usted ocúpese del suyo y todos tan contentos.
̶̶ No, ya, sí ―acerté a rectificar sobre la marcha, deseoso de no haberla ofendido haciéndole suponer que la consideraba incapaz para su trabajo―; lo que quería preguntarle, bueno, decirle, que no me ha explicado por qué quería verme.
̶̶ No, si no quería. ―Depositó la bandeja sobre el mostrador y soltó (que a punto estuve de escribir exhaló, pero no quise volver a enojarla enfadarla) un suspiro bufido de alivio.
̶̶ Pues usted misma ha dicho que me estaba esperando.
̶̶ Ah. Perdone pero porque tergiverse mis palabras, porque por que ponga en mi boca añadiendo a su antojo las que yo no he dicho no pienso pasar. Esperando que sucediese. Repáselo y métaselo en la cabeza.
̶ ¿Repasar qué?
̶ No. No quiera tirarme de la lengua. No quiera colgarse de mí justo ahora que se ha liberado… ¡Tiene que metérselo en la cabeza! ¿O no estamos de acuerdo en que cada cual su cometido?
̶ ¿Liberado de qué?
̶ Liberado de qué ―remedándome en tono burlón―. No se haga el tonto.
̶ ¿Qué cometido?
̶ ¿Qué cometido? ―Burlona otra vez; e iba sacando los cacharros de la bandeja y poniéndolos sobre el mostrador ― ¿Tiene usted un ordenador?... Mire, ha rimado.
̶ No.
̶ Ha rimado.
̶ No tengo un ordenador.
̶ Eso ya es otra cosa.
̶ ¿Y?
̶ ¿No tiene un triste y rudimentario ordenador, de los de toda la vida?
̶ Ni triste ni rudimentario. No he tenido un ordenador en toda mi vida.
̶ ¿Seguro?
̶ Totalmente seguro.
̶ ¿Y un teléfono?
̶ Eso sí.
Y se lo enseñé , y ella al verlo exclamó alborozada ah, un objeto…
̶ Sí ―me apresuré a explicar un poco avergonzado―, un objeto…
Comments
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.