About the work
https://valentina-lujan.es/trans/Lamenoscorpudelasfuen.pdf
recordar más, aunque tampoco quizás menos, que su propia hermana o que las propias, también, hermanas de la Navarrete o la Soriano; o que la más aficionada a las películas musicales de las Gongordiola o acatarrada de las Olmedo.
Ninguna, ninguna excepto tal vez Marcela — pero Marcela ya sabemos todos cómo es y cómo se puso aquel día en que, roja de ira, gritó “¡Basta!” y que aquello era una sarta de sandeces —, puede recordar ni tiene a quién preguntarle cómo empezó, de dónde arrancó toda aquella, o esta, maraña de acontecimientos que nos tiene enredados, enganchados los unos con los otros en una especie de tela de araña entretejida de acaeceres entretejidos en quién podría saber qué remotas mentes de qué remotos “otros” que, en su “día” — o como ellos llamasen a aquel trascurrir de su aquello otro que ni por un instante tuvieron la ocurrencia, tan sencilla ahora, de llamar “tiempo” —, no pudieron recordar, tampoco, de dónde había arrancado toda aquella — o “esta” en su remoto ahora — maraña de acontecimientos que los tenía enredados, enganchados los unos con los otros en una especie de tela de araña entretejida antes, mucho antes, de que ni ellos, ni sus antepasados, ni los antepasados de sus antepasados, tuviesen a quién preguntar cómo ni cuándo.
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.