About the work
https://valentina-lujan.es/C/Pensequeq.pdf
Pensé que quizás pulsando en Advertencia encontrase alguna aclaración; pero sólo encontré que el enlace conducía a un pdf en el que se informaba de que la página estaba en construcción, y, cuando estaba ya a punto de marcharme, pasé como por azar o con desgana el puntero por las palabras en la columna de la izquierda y, ahí, tanto en la palabra INICIO como en la palabra CONTENIDO, sí que había enlaces que me llevaron a alguna parte.
Me llevaron a muchas partes, en realidad; a tantos sitios llegué y por tantos caminos me moví que perdí en muchos momentos la noción de dónde estaba y por qué estaba y cómo había llegado y qué era lo que andaba buscando.
Y pasaron días y semanas y meses durante los que ya sin ningún motivo que pudiese recordar seguí, obsesivamente, sin un fin ni un objetivo concreto pero pulsando, haciendo clic aquí y allá no sé si a lo mejor con la esperanza no de ir a dar con lo que buscaba (si es que a aquellas alturas buscaba ya algo)pero sí, y aunque nada más fuera, con la de llegar a la salida de aquel laberinto o, al menos, a algún callejón sin salida que me forzara a regresar al punto de partida y descansar.
Y al cabo de no sé cuántos días o semanas o meses encontré algo que no era lo que buscaba, ni la salida de ningún laberinto, ni el final de un callejón sin salida que me forzase a regresar al punto de partida y descansar, aunque sí algo que de haberme fijado mejor me habría dado una pista de que entre la imagen que aparece aquí y la que me había impulsado a emprender la búsqueda estaba existiendo una relación.
Pero no me fijé, ni supe ver la pista. Se me ocurrió tan sólo que al cabo de tanto peregrinar también yo podía, por qué no, probar suerte.
Había sin embargo un inconveniente que salvar, un inconveniente tan tonto como que yo no tenía un dado; busqué por todas partes, en mis propias cajas de galletas y de zapatos y en el costurero de mi madre, pero no encontré ningún dado y me resigné — seguiría siendo azar, de todos modos — a lanzar seis monedas al aire; tantas caras como saliesen sería el resultado de mi tirada…
Sé que en el instante en que las monedas estaban en el aire pensé que sí, claro, seguiría siendo azar, pero… ¿el mismo azar?
Cuando lanzas un dado los seis números tienen las mismas posibilidades y no produce más extrañeza que salga uno, el que sea, en vez de cualquier otro; pero, al estar lanzando seis monedas — que ya habían caído, mientras yo pensaba; pero entretenido en discurrir no las miré y, además, había visto cómo dos rodaban por la alfombra debajo del sillón —, ¿existían tantas probabilidades como con el dado de que saliera un seis? Porque, sí, la combinación puede en todo caso ser cualquiera; pero, ¿es de verdad muy creíble que vaya a dar la casualidad de que salgan las seis del mismo lado?
¿Y si caían todas de cruz?
Con el dado no habría salido nunca “cero”.
Bueno, qué más daba, en realidad. Yo sólo estaba jugando…
Así que empujé el sillón y aquí estaban mirándome, las dos, una en cara y otra en cruz y, sobre la mesa, dos en cara y dos en cruz.
Que también me pareció difícil, que también se antoja raro — o al menos a mí me lo parece — que resulte la cosa tan equilibrada.
Pero fuera como fuese el resultado estaba allí y era un 3 que me llevaba a un enunciado que rezaba algo tan poco sugerente como “porque de mí si se acuerda”.
– ¿De quién? — Pensé.
Y como todos los datos que había conseguido recopilar consistían nada más en la imagen en la que no supe fijarme la guardé aunque nada más fuera por el pundonor de no haber perdido el tiempo para nada.
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.