About the work
https://valentina-lujan.es/H/enlastardesdepri.pdf
nos reuníamos en el jardín de las Gordillo y, allí, a la sombra de las mimosas plateadas , sentados todos unas veces alrededor del cenador de piedra y otras desperdigados por el césped…
Era un ritual que se celebraba desde muy antiguo y todos los asistentes se mostraban de acuerdo en que estaba bien «es agradable después de todo — contaba que repetía Rosina Escudero sistemáticamente, sin omitir jamás su sonrisita bobalicona ni modificar una sola palabra de una vez para otra — esto de verse, aunque sea de tarde en tarde, y comentar, cambiar impresiones y, si sobra tiempo, charlar un poquito de esto y de lo otro»; era muy grato, sí, estar juntos, corroborándolo cada cual con sus propios tópicos acuñados desde tiempo inmemorial.
Sobró tiempo, sin embargo ― dijo Carlota ―, aquella tarde; sobró tiempo y todo el mundo lo achacó a que al faltar Sebastián — fallecido meses atrás en circunstancias que dijo Charito no iban al caso encareciendo, eso sí, cuánto había que celebrar lo muy poquito que había sufrido porque no le dio tiempo a enterarse de nada y añadiendo, tras suspirar muy profundamente y llevarse a los ojos un pañuelo de papel arrugado «¿quién tuviera una muerte tan dulce?», y que Dios lo tuviese en su gloria tan hablador y tan dicharachero y tan simpático — las frases que no pudo decir diseminaron, por aquí y por allá, un sinfín de retazos de silencios que, agrupados, arrojaron un saldo de vacío tan molesto para todos que, como había que rellenarlo fuera como fuese, acabó por conducir a que alguien terminara sacando a colación a Elena..
— ¡Oh, de Elena no me hable! — que había rechazado de plano, dijo, un tal Rogelio del Viso que explicó —: tenía la abominable costumbre de evocar... si es que venía al caso, aunque aun no viniendo también la evocaba, tal era la incomprensible admiración que al parecer sentía por ella, a una tal Raquel que, se decía, relató una vez no sé qué historia... ¡nada interesante, estoy seguro!, cuyo mayor atractivo, ¡imagínense!, era que empezaba por los pies.
–Pero, si eran unos pies bonitos...
–No bromee. El asunto es del todo ridículo — del Viso, con mucha sequedad —; más cuando lo que estoy pretendiendo poner de relieve es, precisamente, lo muy deseable que en todos los órdenes de la vida es la coherencia.
–Ah, pues no sé — otro, a quien Carlota solía recordar «de manera un tanto difusa en lo que se refiere a su fisonomía, no vulgar pero sí corriente; sí os puedo asegurar sin embargo que se trataba de un hombre afable aunque menos ingenioso, no tan dado a la broma como el que hiciera el juego de palabras», sacando ella con las suyas, sin darse cuenta, a María Francisca de una especie de sopor para considerar, como para sí con voz gangosa aún somnolienta, si no estaría «mejor dicho, digo yo, “no tan dado al juego de palabras como el que hiciera la broma”»; aunque la otra, oyérala o no la oyese, siguió con lo suyo y —: pero, por las noticias que yo tengo, era la tal Raquel una mujer sensata.
– ¿Sensata? — «un tercero», así de escuetamente y sin precisarnos si hombre si mujer joven o viejo ni aportar Carlota peculiaridad alguna, que dijo no disponer de más elemento de juicio que lo que indirectamente le había llegado de ella pero —: Parece que alimentaba en su cerebro... ¡enfermo!, me atrevería a asegurarles, no sé qué proyecto estrafalario de mostrar al mundo cierta suerte... malhadada, por cierto, y que me perdone Rogelio por esta vez el juego de palabras, de teoría absolutamente grotesca consistente en...
–No tan deprisa, amigo mío ― interrumpió un joven eso sí, con muy buenas maneras; un joven, os añadiría si el tiempo no apremiase...
Papeles
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.