Fede se despierta con las manos doloridas. "Creo que ayer me excedí con la jardinería", murmura para sí. Y una voz interior añade; "eso y los achaques de la edad". Piensa en las horas pasadas el día anterior cuidando del césped, de las flores y los árboles de su jardín que tiene hasta un estanque con peces y nenúfares. Su mirada se dirige al dedo índice de su mano derecha mientras se lo frota con suavidad. Una sonrisa indecisa se abre paso en su cara y Fede vuelve a ser niño.
A pesar de la