About the work
https://valentina-lujan.es/T/teladearana.pdf
A los humanos, a todos y por muchas diferencias que puedan existir entre uno y otro, lo que nos mueve es la búsqueda de la felicidad. Qué sea para cada uno de nosotros la felicidad puede ser muy distinto y hasta incomprensible, o impensable, o ridículo o absurdo o disparatado para todos los demás; pero siempre será esa búsqueda el motor de la vida y de todas las vidas de estos que nos llamamos seres racionales.
A veces valoramos, por ejemplo, la abnegación con la que algunos a lo largo de la historia se han entregado a tareas duras, o ingratas de forma en apariencia desinteresada…
Se me viene a la cabeza Teresa de Calcuta, que tantos elogios y alabanzas recibió en la vida y, después de su muerte, el honor de ser elevada a la categoría de santa, o beata, o algo así; y se me ocurre preguntarme si no fue la búsqueda de ese reconocimiento — y ella sabría qué ambición de ser glorificada y elevada a los altares — lo que la movía.
Las gentes son capaces de las mayores extravagancias persiguiendo sus sueños; pero son sus sueños y a los sueños es imposible renunciar.
Hay búsquedas menos aparatosas o espectaculares pero, en cualquier caso y eso es incuestionable, encontremos la felicidad en lo que la encontremos la felicidad que vivamos siempre será emanada, estará proviniendo, de cualquier humano que puede ser otro o puede ser uno mismo; pero siempre de un ser racional que estará impregnando de voluntad, o de intención, o de ambiciones o de sueños sus propios actos.
Un artista, sea pintor, músico, escritor, poeta o cualquier otra cosa que no se me esté ocurriendo, busca ser feliz o bien pintando, componiendo, escribiendo o, bien también – que por qué no – acariciando la idea del prestigio o la fama o el reconocimiento que su obra vaya a proporcionarle.
Por su parte siempre habrá el receptor, el que al mirar un cuadro o escuchar una pieza musical o leer un libro se sentirá feliz.
Y así siempre vamos (van) por la vida dando y recibiendo los unos de los otros en la medida en que ‟dador” y receptor satisfaga las expectativas del contrario.
Y así, en una especie de tela araña, todos somos un poco responsables de la felicidad o infelicidad de todos cuantos se cruzan en nuestros caminos, y de todos cuantos se cruzan en los caminos de quienes, al cruzarse con nosotros, se vieron afectados por nuestros actos y por nuestro estar.
13 de julio de 2018
Oquios
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.