
Una historia de amor
11/25/2017 1711254933066
Laura se ha ido. Sin ruido. Tranquila y en silencio. Arropada por la luz cálida de una mañana de principios de septiembre con tintes de otoño. Casi de improviso. Vencida tan rápido por la enfermedad que a cada instante me descubro todavía con una súplica en los labios y los dedos cruzados a la espalda, rezando por despertar de esta pesadilla cruel y verla de nuevo sonreír, arreglar con mimo las rosas del jardín, pasear por el parque de los tilos -como tantas veces- al atardecer de un día de verano, releer ensimismada tras los cristales de cualquier café las novelas de Jane Austen o las hermanas Brontë, siempre sus favoritas, romántica impenitente como fue... Duele el recuerdo, duele la nostalgia y tanta soledad. Y duele, como jamás hubiera podido imaginar, más allá de la rabia o el desgarro, la certeza implacable de que ese tiempo pasó y nunca volverá; de que este desamparo, este dolor que se anuda a mi garganta y no me deja respirar, será ya para siempre mi única realidad. Y me siento de pronto tan perdido... una sombra apenas del hombre que una vez fui, irreconocible y desesperado -bien lo sé- que en algún lugar más allá del sol, de la niebla, de las nubes... busca con infinito desconsuelo el alma que por error -otra explicación no encuentra- un día el Cielo le arrebató. El alma que amó toda una vida. Laura... Su recuerdo me emociona y a él me aferro como un náufrago a su tabla. Intento no llorar y no lo consigo. No la dejo de soñar. Ella. Siempre. Eternamente. La niña pecosilla y pelirroja a la que en la escuela tiraba con descaro de las trenzas. La estudiante tenaz luego, brillante y aplicada, de irresistibles hoyuelos y mirada pícara -esa chispita traviesa escondida al fondo, muy al fondo, de sus ojos castaños que ¡ay! cómo me hacía enloquecer- a quien desde mi pupitre, embobado y con el corazón a punto de estallar, contemplaba día tras día y pensaba inalcanzable. La madre devota, consuelo de llantos infantiles y eterna presencia protectora. La esposa cómplice, regalo inmerecido de la vida. La mujer serena y valiente que siempre fue. La anciana frágil y algo solitaria de los últimos tiempos.... Laura. Mi refugio. Mi herida. Mi destino. ¡Tan fácil fue enamorarse...!. A distancia y en silencio fui su ángel guardián y la amé con toda el alma, contra el dolor, contra la desilusión y la desesperanza. Nunca lo supo. Fue feliz y lo demás poco importa aunque ahora, también yo herido de muerte por su ausencia, no logro acallar este reproche sordo que, a traición, no sé cuando arraigó en mi corazón e, incrédulo y desconcertado frente a su recuerdo, no dejo de pensar cómo fue posible que ella no lo adivinara jamás.
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Title Una historia de amor
Identifier 1711254933066
Entry date Nov 25, 2017 4:57 PM UTC
Laura se ha ido. Sin ruido. Tranquila y en silencio. Arropada por la luz cálida de una mañana de principios de septiembre con tintes de otoño. Casi de improviso. Vencida tan rápido por la enfermedad que a cada instante me descubro todavía con una súplica en los labios y los dedos cruzados a la espalda, rezando por despertar de esta pesadilla cruel y verla de nuevo sonreír, arreglar con mimo las rosas del jardín, pasear por el parque de los tilos -como tantas veces- al atardecer de un día de verano, releer ensimismada tras los cristales de cualquier café las novelas de Jane Austen o las hermanas Brontë, siempre sus favoritas, romántica impenitente como fue... Duele el recuerdo, duele la nostalgia y tanta soledad. Y duele, como jamás hubiera podido imaginar, más allá de la rabia o el desgarro, la certeza implacable de que ese tiempo pasó y nunca volverá; de que este desamparo, este dolor que se anuda a mi garganta y no me deja respirar, será ya para siempre mi única realidad. Y me siento de pronto tan perdido... una sombra apenas del hombre que una vez fui, irreconocible y desesperado -bien lo sé- que en algún lugar más allá del sol, de la niebla, de las nubes... busca con infinito desconsuelo el alma que por error -otra explicación no encuentra- un día el Cielo le arrebató. El alma que amó toda una vida. Laura... Su recuerdo me emociona y a él me aferro como un náufrago a su tabla. Intento no llorar y no lo consigo. No la dejo de soñar. Ella. Siempre. Eternamente. La niña pecosilla y pelirroja a la que en la escuela tiraba con descaro de las trenzas. La estudiante tenaz luego, brillante y aplicada, de irresistibles hoyuelos y mirada pícara -esa chispita traviesa escondida al fondo, muy al fondo, de sus ojos castaños que ¡ay! cómo me hacía enloquecer- a quien desde mi pupitre, embobado y con el corazón a punto de estallar, contemplaba día tras día y pensaba inalcanzable. La madre devota, consuelo de llantos infantiles y eterna presencia protectora. La esposa cómplice, regalo inmerecido de la vida. La mujer serena y valiente que siempre fue. La anciana frágil y algo solitaria de los últimos tiempos.... Laura. Mi refugio. Mi herida. Mi destino. ¡Tan fácil fue enamorarse...!. A distancia y en silencio fui su ángel guardián y la amé con toda el alma, contra el dolor, contra la desilusión y la desesperanza. Nunca lo supo. Fue feliz y lo demás poco importa aunque ahora, también yo herido de muerte por su ausencia, no logro acallar este reproche sordo que, a traición, no sé cuando arraigó en mi corazón e, incrédulo y desconcertado frente a su recuerdo, no dejo de pensar cómo fue posible que ella no lo adivinara jamás.
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Laura se ha ido. Sin ruido. Tranquila y en silencio. Arropada por la luz cálida de una mañana de principios de septiembre con tintes de otoño. Casi de improviso. Vencida tan rápido por la enfermedad que a cada instante me descubro todavía con una súplica en los labios y los dedos cruzados a la espalda, rezando por despertar de esta pesadilla cruel y verla de nuevo sonreír, arreglar con mimo las rosas del jardín, pasear por el parque de los tilos -como tantas veces- al atardecer de un día de verano, releer ensimismada tras los cristales de cualquier café las novelas de Jane Austen o las hermanas Brontë, siempre sus favoritas, romántica impenitente como fue... Duele el recuerdo, duele la nostalgia y tanta soledad. Y duele, como jamás hubiera podido imaginar, más allá de la rabia o el desgarro, la certeza implacable de que ese tiempo pasó y nunca volverá; de que este desamparo, este dolor que se anuda a mi garganta y no me deja respirar, será ya para siempre mi única realidad. Y me siento de pronto tan perdido... una sombra apenas del hombre que una vez fui, irreconocible y desesperado -bien lo sé- que en algún lugar más allá del sol, de la niebla, de las nubes... busca con infinito desconsuelo el alma que por error -otra explicación no encuentra- un día el Cielo le arrebató. El alma que amó toda una vida. Laura... Su recuerdo me emociona y a él me aferro como un náufrago a su tabla. Intento no llorar y no lo consigo. No la dejo de soñar. Ella. Siempre. Eternamente. La niña pecosilla y pelirroja a la que en la escuela tiraba con descaro de las trenzas. La estudiante tenaz luego, brillante y aplicada, de irresistibles hoyuelos y mirada pícara -esa chispita traviesa escondida al fondo, muy al fondo, de sus ojos castaños que ¡ay! cómo me hacía enloquecer- a quien desde mi pupitre, embobado y con el corazón a punto de estallar, contemplaba día tras día y pensaba inalcanzable. La madre devota, consuelo de llantos infantiles y eterna presencia protectora. La esposa cómplice, regalo inmerecido de la vida. La mujer serena y valiente que siempre fue. La anciana frágil y algo solitaria de los últimos tiempos.... Laura. Mi refugio. Mi herida. Mi destino. ¡Tan fácil fue enamorarse...!. A distancia y en silencio fui su ángel guardián y la amé con toda el alma, contra el dolor, contra la desilusión y la desesperanza. Nunca lo supo. Fue feliz y lo demás poco importa aunque ahora, también yo herido de muerte por su ausencia, no logro acallar este reproche sordo que, a traición, no sé cuando arraigó en mi corazón e, incrédulo y desconcertado frente a su recuerdo, no dejo de pensar cómo fue posible que ella no lo adivinara jamás.
Work type Narrative, Essay
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Identifier 1711254933066
Entry date Nov 25, 2017 4:57 PM UTC
License Creative Commons Attribution 4.0
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Author. Holder Marta Navarro Calleja. Date Nov 25, 2017.
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